Severely. [One-Shot]

Escritor : MaiMyst | Hora : 2:21 | Categorías : F.T.Island Hetero. K-Pop. One-Shot. Proyecto canciones.

Autora del fic o historia: Maite.

Twitter: @Maiseo94

Nombre del One-shot: Severely. 

Tema: Romántico, drama, F.T.Island [Hongki x Erin (Personaje inventado.)]

    

  Nota de la autora: Este One-shot se me ocurrió escuchando una canción que la verdad, me ha hecho llorar más de una vez, la canción se llama ''Severely'' y es de F.T.Island os la aconsejo, yo he estado escuchandola todo el rato mientras escribía este one-shot, espero que lo disfrutéis, como hice yo al escribirlo.  

Vi cómo te dirigías hacia la carretera corriendo mientras jugábamos por la noche, estaba lloviendo, era antes de que tú tuvieras tu presentación de baile, eran las siete de la tarde, aún quedaban dos horas para que empezara, aún teníamos tiempo de jugar un rato antes de que te fueras.
Pero la suerte no estaba de nuestra parte, te vi dirigirte hacia el paso de peatones, el semáforo estaba en verde, así que sin preocupación corriste,  huyendo de mí, para que así no te pillara y te hiciera cosquillas.
Sonreí y seguí corriendo tras de ti. Miré hacia un lado y vi como un coche se acercaba a ti a toda velocidad, así que corrí más y grité tu nombre.

-¡ERIN! –

Supongo que no me oíste, ya que no te detuviste y seguiste corriendo hacia la carretera.
Corrí lo más rápido que pude, pero no pude llegar a ti. En el último momento el coche frenó, pero ya era demasiado tarde, aunque hubiera frenado te dio.  Vi como caías al suelo, vi como de tu rostro pálido salía un líquido color carmín.
Llegué a ti y me agaché, cogiendo tu cabeza entre mis manos, empezaron a brotar lágrimas de mis ojos, se deslizaban por mis mejillas hasta caer en tus mejillas, llenas de ese color carmín.

…

-¡ERIN!- Abrí los ojos de par en par y miré hacia los lados. Estaba en mi cama, solo había sido un sueño, un sueño demasiado real. Me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño.
Me miré en el espejo y tenía los ojos rojos, seguramente habría llorado mientras dormía y aún tenía ganas de llorar, ese sueño había sido demasiado real, sabía que no me lo podría quitar de la cabeza hasta que ella hubiera hecho su presentación y para eso tan solo faltaban tres días. Me fui a duchar y después me vestí, me apresuré bastante, ya que había quedado, tenía que ir a la sala de ensayos a verla bailar.
Cuando por fin me quedaba algo bien, me dirigí hacia la mesilla de noche y cogí la pequeña caja negra, ya tenía todo planeado, ya tenía todo reservado, hoy sería el día en el que le pediría su mano.
Después de repasar todo salí de casa y fui directamente hacia la moto, cogí el casco y me lo puse, subí a la moto y arranqué.

Cuando llegué bajé de la moto y me acerqué hacia la sala de ensayos, como siempre estabas ahí, sola, ensayando. Sonreí y di unos golpes a una de las grandes ventanas, para que así te giraras. No tardaste ni dos segundos en girarte y deslumbrarme con tu hermosa sonrisa, vi como corrías hacia la puerta, para dejarme pasar.

-¡Hongki! ¿Por qué has tardado tanto cielo?- Mientras me decía eso, intentando aparentar que estaba enfadada, se acercó a mí y me rodeó el cuello con sus brazos. Posé mis manos sobre su cintura y acerqué mis labios a los suyos, dejando en ellos un  suave beso.

-Lo siento, me dejé dormir, no pasará más…- Me abracé a ella y escondí mi rostro en su hombro derecho.

-No pasa nada, cielo. Pero en compensación tienes que invitarme a un helado, ¿vale?- Se apartó de mí, sonriente, esperando mi respuesta.

-¡Vale! Pero primero quiero verte ensayar un poco. – Me acerqué a la puerta y entre en la sala, fui hacia el espejo y me apoyé en él, con los brazos cruzados.
Ella empezó a bailar. Empezó a mover todo su cuerpo al son de la música, se veía que ella estaba hecha para eso.
Después de estar una hora dentro de la sala, viéndola bailar el mismo baile una y otra vez, viéndola sonreír mientras se movía, decidimos que ya era hora de ir a almorzar, ya empezaba todo mi plan.
Ambos subimos sobre la moto y nos dirigimos a el pequeño restaurante, al que íbamos todos los días. Como siempre, nos dirigimos hacia la mesa que estaba en la venta, ese día no había nadie en el restaurante, pero no era una casualidad, lo había reservado para ella y para mí.

-Qué raro... normalmente está lleno.- Erin miró todo el restaurante, extrañada, pero no le dio mucha importancia.

-Cierto, bueno, no importa, pidamos ya algo y comamos. – Le sonreí  y cogí el menú.
El camarero no tardó en llegar para ver que queríamos.

-Lo de siempre, Shun. –

 El camarero asintió y se alejó.
Ambos estuvimos hablando durante todo el almuerzo, aunque yo no estaba completamente en la conversación, ya que no podía quitarme de la cabeza aquella horrenda pesadilla.

-Hongki... ¡Hongki! –

-Perdona cielo, se me fue el santo al cielo.- La miré apenado y volví a la tierra, tenía que parar de pensar en la pesadilla.

Terminamos de comer y pagué la cuenta, no quería que ella se gastara nada y menos en ese día. Nos pusimos a caminar por las calles, mirando varias tiendas, comprando juguetitos y algo de ropa, me encantaba comprarle cosas, me encantaba verla feliz.
Nos pasamos toda la tarde dando vueltas por la ciudad, le compré el helado, como habíamos acordado y nos dirigimos hacia una noria, era una noria enorme, en la que se podía ver gran parte de la ciudad. Ella se dirigió hacia el puesto, quería pagar ella, pero no se lo permití.

-Tu vete a la cola.-

-Pero si hay apenas gente… Deja que pague algo, anda.- Juntó sus manos, como si estuviera suplicando, pero la cogí de los hombros y la giré, dándole un pequeño empujón hacia la cola.
Cuando ya estuvo en la cola pagué y le dije al vendedor.

-Disculpe… ¿Podría parar nuestra cabina cuando esté arriba? Es que me gustaría pedirle algo muy especial…- Me sonrojé suavemente y el hombre sonrió y asintió.

-No se preocupe, se la pararemos.-

-¡Muchísimas gracias!- Le hice una reverencia y me dirigí hacia ella. Solo faltaban cuatro personas para que fuera por fin nuestro turno.
Cuando ya era por fin nuestro turno, subió ella primero y la seguí. Me senté enfrente de ella y le cogí las manos.

-¿Sabes que eres hermosa?- Le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

-Lo sé y me encanta que me lo digas una y otra vez. Y tú, ¿sabes que te adoro?- Se acercó a mí y yo a ella. Posó sus labios sobre los míos, dejando un beso que sabía a fresa, seguro que mis labios sabían a chocolate, una mezcla perfecta.
Nos estuvimos dando suaves besos hasta que llegamos arriba, que fue cuando se paró la cabina.
Me alejé de ella y con una sonrisa posé una de mis rodillas en el suelo de la cabina. Cogí la cajita y se la enseñé. La abrí y vi como ella abría los ojos de par en par, se tapó la boca y le dije.

-Erin.. Cielo, ¿te gustaría pasar el resto de tus días con este pobre tontorrón?- Me sonrojé y me mordí con suavidad el labio inferior, tenía miedo de lo que me fuera a decir.

-Hongki… Idiota… Claro que quiero pasar el resto de mis días contigo. – Cayó una lágrima por su mejilla, pero no era de tristeza, se veía que era de felicidad, ya que Erin no paraba de sonreír.  Antes de que pudiera abrazarla, ella se abalanzó sobre mí, rodeando mi cuello con sus brazos, posando cientos de besos sobre mi cara mientras me decía.

-Te amo.-

-Y yo a ti mi dulce Erin.-

#Día 1.

Abrí los ojos poco a poco y ahí estaba ella, durmiendo plácidamente, acerqué mi mano hasta su pelo y lo acaricié, no quería despertarla.
Me levanté de la cama y me dirigí hacia la cocina, imaginaba que debería estar agotada, ya que en toda la noche anterior estuvimos jugando entre las sábanas. Abrí la nevera y miré lo que había, había todo lo que necesitaba, le iba a hacer el desayuno.

Después de una hora más o menos terminé de cocinarle los gofres y las tortitas. Había que aceptar que me habían salido bien. Coloqué todo en su lugar y empecé a escribir notitas, en las que se podía leer en cada una de ellas frases. Aunque cuando las juntabas todas había un pequeño texto.

‘’Buenos días preciosa, quería decirte algo.
Gracias por ser mi amiga, mi amante, mi compañera, mi reina, mi princesa, mi amor, mi vida, mi prometida, mi futura esposa, futura madre de nuestros hijos,  mi todo.
Gracias por existir, te amo.’’

Fui colocándolas poco a poco, empezando por el suelo de al lado de la cama, empezando a hacer un camino hacia el comedor, en el que estaría su desayuno servido y yo.
No tardó mucho en levantarse después de que pusiera las notas.  Me iba asomando a la puerta que separaba la cocina del comedor, viendo como poco a poco iba cogiendo las notas mientras sonreía. Cuando vi que se acercaba me fui a sentar en mi sitio. Entró con las notas en las manos y cuando terminó de coger la última se alzó y vio la mesa ya servida y a mí, esperándola.
Sonrió abiertamente y se acercó a su sitio, sentándose, mirando todo.

-¿Has hecho todo esto tú?- Dijo señalando las notas que había dejado en un lado de la mesa y la comida. Asentí sonriente.

-Que prometido más bueno tengo…- Ambos sonreímos dulcemente y empezamos a comer.

#De noche, ese mismo día.

-Hongki… Lo de ayer lo tenías todo planeado, ¿no? – Dijo Erin mientras miraba las estrellas desde el telescopio.

-Sí, llevaba dos meses pensando en cómo hacerlo y en como pedírtelo. Tenía miedo de que me rechazaras… Por eso intenté hacer que ayer fuera un día perfecto, un día maravilloso. Y conseguí que lo fuera, bueno... En realidad lo conseguiste tú, diciéndome que sí. –

-Tontorrón… Te habría dicho que sí aunque me lo hubieras pedido con la boca llena de espaguetis con salsa boloñesa.- Ambos reímos y seguimos mirando las estrellas.

#Día 2.

De nuevo tuve aquella pesadilla, me levanté igual que la última vez, pero esta vez era peor, esta vez era que habíamos peleado y que ella huía de mí, no quería verme, simplemente quería irse a la presentación y acabó igual, ella acabo tendida en el suelo frío.
Hoy no nos íbamos a ver, ella necesitaba ensayar durante todo el día, así que yo me quedé en casa, leyendo. Intentando no pensar en aquella pesadilla que tanto me dejaba destrozado.

Cayó la noche y aún no tenía hambre, solo había almorzado una manzana, que en realidad no quería comer, ya que no había tenido hambre tampoco durante la mañana y la tarde.
Aunque hubiera intentando en no pensar en la pesadilla, no lo conseguía, solo pensaba en aquella pesadilla, la verdad, tenía miedo de irme a dormir  y de despertar al día después. No quería que hubiera un mañana, tenía demasiado miedo, tenía miedo de que pasara algo así.
Intenté aguantar despierto toda la noche, pero no pude, caí rendido en mitad de la noche, en el sofá, mientras leía.

#Día 3.

Abrí los ojos y me maldije a mí mismo, hoy era el día de la presentación, el día que tanto me estaba asustando, me levanté del sofá y me dispuse a ir a ducharme y a irme a ver a mi prometida.

Llegué por la tarde a la sala de ensayos, no quería ir antes, no me veía con ganas, es más, había pensado en no ir, por miedo a que se cumpliera mi pesadilla. Pero al final intenté convencerme de que simplemente era una tontería, que no pasaría nada.

Después de estar con ella, viendo como perfeccionaba por última vez sus pasos de baile, viendo lo nerviosa que estaba, decidimos que ya era hora de salir, de coger algo de aire para que ella se destensara y que no estuviera tan nerviosa.
Caminamos por parques en los que no había nadie durante al menos una hora.
Miré la hora, eran las seis y ya estaba anocheciendo, la miré y trague saliva, iba a hacer lo que fuera para que no pasara lo que había pasado en mis pesadillas.

-Erin, ¿antes de ir a la presentación vamos a cenar? Sé que es temprano, pero es que tengo miedo de que te desmayes o algo…- Me acerqué a ella y le cogí la mano, entrelazando los dedos de ambos. Ella asintió y empezamos a caminar.

-¿A dónde quieres ir cielo?-

-Donde tú prefieras, hoy es tu día, así que prefiero que elijas tú.-

Erin, sin decirme nada empezó a caminar y al poco rato… Empezó a llover.
Me puse nervioso, cada vez creía que era más posible de que en realidad esa pesadilla se podía convertir en realidad.
Ambos empezamos a correr, a buscar cobijo. No encontrábamos ningún lugar, así que seguimos corriendo durante unos minutos, parándonos algunas veces debajo de algunos árboles, árboles que apena nos cubrían de la lluvia.

-¡Hongki! ¡Mira! ¡Allí hay un restaurante! ¡Vamos!-

Ella empezó a correr y yo la seguí, por fin íbamos a conseguir un sitio donde cobijarnos, corrí tras de ella y cuando quise darme cuenta estábamos acercándonos al paso de peatones de mi pesadilla.

-¡ERIN! ¡ERIN! ¡PARA!- Grité con todas mis fuerzas, empezando a llorar, pero de nada servía, ya que no me oías, oí a lo lejos un coche. Empecé a correr como nunca había ocurrido, acercándome cada vez más a ella, hasta que por fin llegué a ella y le empujé.

-Te amo. – Después de decirle aquella frase y de ver como empezaba a llorar, sabía que había conseguido salvarla, sabía que ella seguía con vida y no me importaba morir por ella, porque la amaba.

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