Rage [One-Shot.]

Escritor : Unknown | Hora : 21:13 | Categorías :
Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal 
Nombre del One-shot: Rage. 
Tema: Hetero, Magi: The Labyrinth of Magic [Alibaba X Morgiana], Drama, Romántico.



La cabeza de ella yacía apoyada en el hombro del muchacho. Este mantenía el cuerpo de la muchacha contra el suyo, envolviéndola con los brazos.
Ambos temblaban, se estremecían bajo el frío que se colaba a través de las ventanas rotas de la estancia. Sin embargo, sus conmociones no se debían únicamente al helado viento que se arrastraba desde el exterior.

Lágrimas de la joven descendían por su piel al escuchar los perpetuos gritos que se alzaban en mitad de la noche. Palabras como auxilio y socorro se extendían más allá de lo que el oído pudiera alcanzar, terminando luego en una expresión ahogada que terminaba en el silencio más aterrador que pudieran imaginar. Un instante más tarde, se repetía aquello, sólo que con otra voz, en otro punto tal vez más alejado. Incluso, en más de una ocasión, sucedió frente a la puerta.

Sin embargo, ellos permanecieron allí, unidos, sin pronunciar palabra.
Tenían miedo, mucho miedo. Miedo de que, lo que sea que estuviera allá fuera, los alcanzase a ambos. Pero, por encima de todas las cosas, de lo que más miedo tenían era de perderse el uno al otro.
Al final, no quedaban más que ellos dos. Atrás quedaban los días en que, felices, contemplaban la vida desde otro punto de vista, con un futuro por delante que se extendía y que auguraba una vida plena, que terminar juntos, tal vez con hijos, tal vez con nietos. Pero la sombra amarga del destino se había ceñido sobre ellos, reduciendo sus idílicos sueños a un retazo de lo que un día fueron. Pero… estaban juntos. Y, aunque hacía tiempo que los sueños habían muerto, aún se tenían el uno al otro. 
Se miraron. Allí donde las fuerzas flaqueaban, encontraron en la sonrisa de su acompañante una motivación para desear querer seguir vivos… aunque eso, tal vez, ya no significase nada.

Entrelazaron las manos, tomando un poco de distancia entre ambos. Luego, dudaron. Fue ella la que habló primero:

- Oye, yo… - En un mar de palabras y emociones, sentía que se ahogaba, inundada por todo lo que quería dejar salir, sin poder hacerlo. – Yo… Puede que no nos quede mucho y, sin embargo…

Él esbozó una sonrisa, asintiendo, trazando círculos alrededor de los nudillos de la muchacha. Sus ojos se deslizaron desde la piel suave de sus manos hasta el anillo anular que portaba en uno de sus dedos.

- Sé lo que quieres decir… - Dijo él, siendo incapaz de mirarla a los ojos.
- Quiero intentar decirlo, aún así. – Respirando profundamente, se preparó para hablar de nuevo. Pero, una vez más, entrecortando su aliento, el mismo séquito de palabras se atascó en la base de su garganta, en medio de aquella marabunta de sentimientos que se esforzaban por salir.
- No digas nada. – Señaló él, con una voz trémula que fingía seguridad. – No hay nada que ninguno de los dos pueda decir, ni tampoco tiempo para todo lo que podríamos hablar. 
- Sí, lo sé… - Ella suspiró, relajándose sobre el pecho de él. El muchacho acarició la melena pelirroja de su mujer. – Me alegra poder estar contigo, ¿sabes? Creo que no hubiera querido estar con nadie más en estos momentos.
- Yo tampoco. – Respondió. – Si no fuera por la situación, sería perfecto, ¿verdad?
- Sí, perfecto… - Ella cerró los ojos, agolpada por el sobreagotamiento que había profesado durante gran parte de aquel día. Él continuaba acariciando su cabello. – Creo que… deberíamos dormir. Dormirnos juntos.
- … Y que pase lo que tenga que pasar, sí…

Acomodándose sobre la cama, se tumbaron uno al lado del otro. En el exterior, el griterío sonaba cada vez más cerca, como una ola aproximándose a la costa del mar.
Contra toda lógica, en esta ocasión, no se esforzarían por huir de ella.
Agotados, y sin ningún tipo de vana esperanza o de ilusión prometedora, no pudieron sino abandonarse al amparo de un profundo sueño que, tal vez, no les salvase del horror que podrían estar a punto de vivir.

- Te amo, ¿vale? Perdona, por todo, y gracias por estar conmigo. – Y, así como los de ella, los ojos de él también se perlaron en lágrimas. Aproximaron sus cuerpos.
- Yo también te amo… Duerme bien, cariño.
- A tu lado, ¿quién no duerme bien? – Respondió él, sonriendo. Se tomaron de las manos y cerraron los ojos, dejándose llevar.


Y, tal vez fuera fruto del beneplácito del destino, pero este quiso esperar hasta que estuvieran completamente dormidos, juntos, con los corazones latiendo al mismo tiempo.
Solamente cuando eso hubo ocurrido, cuando ambos ya no sentían más que la presencia del otro y sus conciencias se habían alejado, la puerta se abrió con un fuerte estruendo…

google+

linkedin