Lips. [Cap.1.]

Escritor : Unknown | Hora : 4:31 | Categorías :
Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal 
Nombre del One-shot: Lips. 
Tema: Yuri, Fairy Tail [Levy x Lucy], +18.




-Capítulo 1.-  


— No pares —No podía dejar de exclamar— Por favor, pase lo que pase… Incluso aunque me queje, sigue tocando…

No podía creerlo.
Me veía tan vulnerable ante ella. Tenía las piernas abiertas hacia su rostro, las bragas pendiendo de uno de mis tobillos… y jamás había sentido tanto arder mis mejillas de la vergüenza y excitación que notaba en aquellos momentos.
Sentía mis pezones endurecidos chocando, erectos, contra mi pijama, pero ni ella ni yo les habíamos prestado la atención suficiente, pues aunque lo que me dictaba el cuerpo era arrancar cada uno de los botones… no podía concentrarme por las caricias que ella vertía sobre mí.

 Era la mejor.
Ningún hombre había logrado satisfacerme nunca. Ni siquiera yo misma, en mis momentos de soledad, conseguía darme el placer que ella buscaba, encontraba y atacaba con toda la fiereza de un miembro del gremio. Sentía enroscarse su lengua alrededor de mis labios y atrayendo hacia ella toda la humedad que yo no podía dejar de desprender.
Y con cada movimiento, gemía.
Me tenía para si misma, y me lo confirmaba cada vez que lograba bajar la mirada y cruzaba los ojos con ella. Era ardiente lujuria lo que reflejaban sus ojos, y provocación cuando deslizaba sus labios humedecidos por mi propio y suculento néctar.

Cuando sentía que mi respiración era demasiado acelerada, aún con la lengua tersa de provocarme placer, se acercaba a mí, rozaba su cuerpo contra el mío y me besaba.
Sabía a frutas del bosque, a lavanda, a fresas, a mar… La textura de su aliento, saliva y labios, mezclado con mi propio y ácido sabor, poseía tantos aspectos diferentes que sólo podía gemir ante sus besos. Puede que ella me viera algo torpe, pues el placer que arrollaba cada centímetro de mi piel me impedía pensar y reaccionar con claridad ante sus acciones.
Pero ella me tranquilizaba con sus caricias perversas.

De nuevo, fue bajando a través de mi pecho, y frunció el ceño mientras se mordía la lengua al ver mi pijama aún cerrado.

No— Dijo, convencida, y metió los dedos entre la separación de los botones. Luego, emitió una suave risilla. — Te he visto en los vestuarios, Levy, pero nunca los había tenido tan cerca… No imaginas lo cachonda que me pone esto.

Con un rápido movimiento, separó las manos y rompió los botones centrales del pijama, abriendo de par en par el punto en el que se veían mis pechos, y exponiendo la erección de mis pezones al aire frío y cortante de su apartamento.
De pronto, me sentí más vulnerable y dispuesta de lo que había estado nunca.
Pero, a juzgar por las acciones de Lucy cuando se inclinó sobre mí, esto no había hecho más que empezar…


Con una curiosidad que jamás había mostrado fuera de aquel contexto, examinó mis pechos con la mirada, sin tocarlos aún. Sin embargo, aquel escaso contacto visual me satisfacía y me excitaba a partes iguales. Tal vez por el calor del momento, o porque el monte de ella rozaba mi hinchado y desnudo sexo.
Bajó un dedo hasta el borde inferior, remarcando lo grandes que eran con amplios movimientos de los pulgares. Me miró, mordiéndose el labio.
Lentamente, su mano restante fue descendiendo paulatinamente hasta el punto donde se unían nuestras entrepiernas.
Perdí la visión de su mano cuando la coló entre su propia ropa interior.

Entre gemidos suaves que ella hacía y que yo imitaba, tomó uno de mis pezones erectos entre sus labios rojos. Tiró suavemente, soltándolo después.

— ¿Qué estás… —Comencé a decir, pero ella no me dejó terminar.
— Probando. Llevaba mucho deseando esto.
—… Hazme lo que quieras, entonces…

Y me relajé cuanto pude bajo ella.
No cerré los ojos, pues todavía deseaba mirarla y admirarla, pero sí que sé que no fui capaz de enfocar la mirada hacia ella a causa del placer. Sentía mis propias vibraciones, y las de ella mientras se tocaba. Las convulsiones que movían mis labios hinchados se confundían con los movimientos de su mano.

Mis piernas se contrajeron, y ella, sin apartar los labios de mis pezones erectos, clavó los ojos en mí.

— ¿Estás preparada para ir más allá...?— Preguntó.
— … Soy toda tuya. No voy a negarme a nada.

Y, poco a poco, se enderezó.
Tres cosas nublaron mi mente un instante más tarde.
Por un lado, se quitó la camisa, revelando un pecho prominente que no me dejó tocar cuando hice aspavientos para tomar aquellos pezones grandes y marcados entre mis manos, mostrando su pícara sonrisa habitual.
En segundo lugar, fue bajando lentamente su propia ropa interior, manteniendo un extremo cuidado en que yo, aún, no viera nada de ella. Cuando las tuvo entre las manos, las lanzó sobre mí.
Y, al final, cuando yo sentía que iba a morirme del calor que recorría mi entrepierna chorreante, sacó algo de su bolso, que yo no alcancé a ver.

Se me acercó y, mientras me besaba de nuevo, sentí derretirme bajo ella…

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