El Dios Changmin [Cap.1.]

Escritor : Unknown | Hora : 23:06 | Categorías :
Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal 
Nombre del One-shot: El Dios Changmin. 
Tema: Yaoi, TVXQ/JYJ [Changmin X Jaejoong], Fantasía, Mitología, Drama, Romántico.



Glosario

· Apolo: Dios del Sol (representado por Junsu). 
· Averno: cráter por el que, según los romanos, las almas pasaban de la tierra al vestíbulo del inframundo.
· Caronte: barquero que se encarga de llevar las almas a los diferentes lados del río Estigia.
· Estigia: Río por el que se conducen las almas de la tierra al inframundo.
· Marte: Dios de la Guerra (representado por Changmin).
· Monte del Olimpo: hogar de los dioses olímpicos.
· Plutón: Dios del inframundo (tío de Marte).
· Parcas: Controlan el hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Representan al destino.
· Timor & Fuga (representados aquí como Yunho y Yoochun): dioses menores del temor y el miedo, hijos de Marte y Afrodita.


-Capítulo 1.-

Y, fue en aquel instante, cuando la pila empezó a arder, en el que comenzaron los intensos llantos de las mujeres cercanas, quienes, con abatimiento y consternación, observaban como el cuerpo de aquel gran guerrero se consumía entre las llamas. Alrededor del cuerpo del mismo se encontraban un centenar de objetos ornamentales, armas, flores hermosas como la vida que se extinguía entre fuego, humo y lágrimas intensas.
Colocados a una distancia prudente algunos; otros, cercando la pila, los hombres sonreían con orgullo, miraban al cielo luego con expresión de gloria. Incluso en los ojos de algunos se adivinaba la tristeza de despedirse de un compañero, tristeza que daba paso a la envidia sana por despedirse de una vida llena de pena, sangre y muerte, para dar lugar a una de calma y alegría, en la que cada uno de los deseos del difunto se harían reales. Aunque, tal vez, aquellas creencias de una existencia plena más allá de la muerte no era sino el pobre consuelo de las mentes destrozadas que aquel héroe dejaba atrás.

Detrás de los hombres, muy lejos de las mujeres, observando toda la situación desde una distancia prudente, un individuo envuelto en un harapiento manto tensaba las manos mientras el cuerpo del héroe desaparecía. Sentía, desdeñando su cuerpo, el dolor de todos los presentes, rogándole plegarias en torno a aquel muchacho, pidiéndole misericordia, cuidado y un puesto de honor en la otra vida. Entretanto, el individuo pedía perdón en silencio por aquella vida que se le había escapado entre las manos, sintiéndose impotente ante la sensación de no poder hacer nada más.
Incluso rogó a Plutón, días atrás, quien fuera hermano de su padre, que perdonara la vida de aquel mortal. Mas la negativa del dios durante aquella conversación, si bien no fue categórica, le desalentó por completo:

- Marte… - Susurraba, con aquella voz silbante y desagradable de la que hacía gala. – Tu querido mortal ha atravesado las puertas del averno, las Parcas le han convocado. Yo no puedo devolverle a la vida. Sólo puedo decidir el castigo que tendrá en mis dominios.
- No puede ser. – Murmuraba Marte, incrédulo ante aquellas palabras. – Debe de haber alguna manera. Él no merecía morir. Él…
- Marte… ¿Cuál es tu otro nombre, por el que te conocen algunos en el mundo mortal?
- Mars Quirinus, Mars Ultor, Mars Gradivus. – Plutón negaba con la cabeza, mientras pronunciaba aquellos nombres. Marte se encogió de hombros, sin entender.
- Uno más humano, mucho más cercano. – Una sonrisa atravesó el rostro del dios del infierno, mientras el joven Marte encogía los puños. – Mientras el mortal moría, repetía tu nombre una y otra vez, como una oración de gloria. Pero no era tu nombre divino. Era tu nombre personal, nombre que los mortales usan cuando han alcanzado el máximo de relación permisible con un Dios. – Marte tensó el rostro y el cuello. Sin embargo, concentró la respiración, pues provocar la ira de aquel ser podía significar que jamás pudiera devolverle la vida al héroe. – Changmin, exclamaba él, Changmin, mi dios, a ti encomiendo mi alma. Hállame guardia en tu seno, a tu lado. Guíame hacia tu protección. Ayúdame a encontrar en tu alma de deidad la paz que nunca encontré en la tierra.
- Cállate… - Murmuró. Plutón, escuchándolo, se recostó sobre su trono, esbozando aún su sonrisa cruel.
- En su último estertor, mientras su alma se escapaba del cuerpo, grito algo más, algo… íntimo. Afortunadamente, las Parcas acabaron pronto con su miseria.

De pronto, el estallido rápido de la hoja de una lanza se entornó en dirección al torso de Plutón, quien, la miró, con cierto desdén, cuando se hubo apoyado en su pecho.
Marte había desenvainado su arma tan rápido como le profería su título como Dios de la Guerra, exponiendo un rostro enfurecido por aquellas palabras.
Sin embargo, en su fuero interno, sabía que cualquier tipo de ataque no tendría efecto sobre su tío, cuyo cuerpo estaba hecho de la sustancia de los dioses, algo que iba más allá de la comprensión humana, más allá del cuerpo humano. Por eso, incluso aquella arma, no provocaría más que una inquietante risa en los labios del dios.

- Es importante para ti. – Dijo Plutón, echando el cuerpo hacia delante. La punta del arma provocó arrugas en su pecho, sin dañarle todavía. – Familia directa es lo que somos, y haré honor a otro de mis nombres, Eubuleo, aconsejándote en tu siguiente paso. No prometo que podrás rescatar la vida del mortal… ¿Jaejoong era su nombre? – Mudo asentimiento, reflejada cierta preocupación en el rostro del joven Marte. – Puedes intentar recuperarlo, mas no aseguro que seas capaz de traerlo a la vida. Como Dios de la Guerra, puedes reclamar a un guerrero a tu lado, aún después de la muerte… con un precio. Si logras llegar al infierno, y encontrar al héroe Jaejoong antes de que cruce el río Estigia, tal vez tengas una posibilidad… Sólo una posibilidad…

Y, allí, sumido en las tinieblas, tras los hombres y mujeres del velatorio, Changmin observaba, aparentando una tranquilidad que no poseía.
Mientras pensaba, las últimas llamas se iban consumiendo. Calculó que las últimas partículas de fuego tardarían dos o tres horas en extinguirse. ¿Debería partir ahora hacia el inframundo, o permitirme el lujo de velarlo… por si no me fuera posible volver a encontrarme con él?

- Padre… - Exclamó una suave voz a su lado. Dirigió sus ojos hacia la presencia que notó, palpitante, brillante cerca de él. Con el reflejo de una armadura nívea que dañaba las cuencas mortales de Marte, distinguió a su hijo, tan alto y orgulloso, tan hermoso como lo fuera su madre. Sin embargo, la expresión de la que hacía gala, solamente visible ante Marte, pues los mortales no podían verlo, reflejaba su posición como el dios del miedo. – ¿A qué viene esas vestiduras mortales? ¿Por qué vestirse como un harapiento mendigo, en lugar de mostrarte como el Dios de la Guerra, ante quien estas personas suplican?
- Padezco el mismo dolor que padecen ellos, ahora. Entonces, ¿por qué no acercarme más a su dolor, vistiéndome como ellos, en lugar de quedarme en mi posición, y observarlos como si de alguien superior me tratase? – Alguien próximo a ellos se desmayó en llanto, una mujer.
- No te cuestionaré, porque eres amigo, además de padre… Pero no dejes de lado tu posición. No dejes que te absorban estos sentimientos humanos. 
- ¿Por qué dices eso, Yunho? – Inquirió, entornando su cuerpo hacia él. El uso del nombre personal de la otra deidad hizo que aquella sonriera, aún desde su mirada altiva y perfecta. Derrochaba una atracción sexual que solamente hubiera visto en su madre, Venus. Tal vez… a eso se debía su arrogancia.
- Siento tu miedo, noto tu temor. Fuga también lo ha notado, incluso desde donde él está. Tienes miedo de que el mortal muera… y eso sólo te hace débil. – Aún tras aquella máscara engreída, sonrió. – Pero ambos te amamos y queremos. Por eso, tendrás ayuda para ir hasta el inframundo.
- ¿Vendréis tu hermano y tú conmigo? ¿Fuga y Timor? ¿Yoochun y Yunho? ¿Los dioses del miedo y el temor, en pos de un dios que es débil? – Una risa nerviosa. Un vistazo rápido hacia la pila funeraria, que aún ardía.
- No vamos a acompañarte. – Respondió. – Retrasaremos a Caronte todo lo que podamos. Pero no tenemos las fuerzas suficientes como para hacerle frente demasiado tiempo. Deberás darte prisa. – Pareció meditar un segundo antes de responder: – Apolo te acompañará.

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