Bitter Roar. [Cap.1.]

Escritor : Unknown | Hora : 20:45 | Categorías :
Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal 
Nombre del Fic: Bitter Roar. 
Tema: Yaoi, TVXQ/JYJ [Yunho X Jaejoong], Acción, Drama, Romántico.



Fue un hombre el primero en llegar; luego, una mujer. Después, una pareja de hermanos. Una anciana les siguió, con muy poca distancia. Todos tenían heridas graves en cuellos, abdomen y piernas.

Los refugiamos entre nosotros, les alimentamos con lo que teníamos, y les dimos mantas para resguardarse del frío. Sinceramente, dudo que alguno de ellos pase de esta noche.
No pierdo la esperanza de que sobrevivan, pero, dadas las circunstancias…

Si estás leyendo esto, quiere decir que nos hemos marchado, más allá de Las Redes, hacia la Zona Blanca. En este momento, si hay algún lugar donde los heridos puedan encontrar la salvación y, tal vez, una posible redención, es ahí. Recogeremos a todos los supervivientes que lleguen, pero no podemos enviar gente a buscar a nadie. Lo sentimos.

Hemos escondido algo de armamento por los alrededores, dado que a nosotros sólo nos retrasaría, y tal vez a alguien le resulte más útil.

Seas quien seas, te deseo suerte.

Jack Black, 1ª Divisón, Exiliado del Concilio – Humano.

La diestra del joven se apretó fuertemente en torno al papel, cerrando los ojos y suspirando. El trémulo temblor que nacía de sus tobillos se acrecentó cuando se dio cuenta de que su largo viaje aún no había terminado, y que estaba lejos por terminar. A su espalda, un dubitativo joven entró en la habitación, explorando con la mirada las estanterías vacías y las latas de comida en conserva tiradas por el suelo. Ninguno de los dos dijo nada durante los minutos subsecuentes.

Deslizó la carta al interior de los bolsillos de su chaleco, desenfundando luego el arma. Aún sin tener el dedo en el gatillo, apuntó hacia la habitación precedente, desde la que habían venido. Ningún ruido, ninguna sombra aislada. Nada.

- Por el momento, estamos a salvo, Jaejoong. – Susurró, con la pistola en alza, cerrando la puerta tras ellos. – Pero no creo que esta calma dure mucho. Coge lo que encuentres, y sigamos.
- Estaríamos más seguros si me dejases llevar un arma.
- Ni lo sueñes.

Anduvo a través de los camastros repartidos, moviéndose rápido en aquella palpitante oscuridad. La luz que proyectaba la linterna no era demasiado fuerte como para sentirse seguro. Y la presencia del otro joven le provocaba un miedo aún más intenso, pues desconocía de qué sería capaz.

Apuntó con la linterna al suelo, a las esquinas, al techo, bajo las estanterías, entre las sábanas, hacia el interior de las cajas apiladas… Y nada más que polvo y objetos inútiles. Revistas, botellas de vino, un frasco de perfume. Nada útil.

- ¿Yunho? – Dijo el otro chico, asomándose desde una habitación anexa. – He encontrado algo. Ven.

Levantando la linterna, y llevando el dedo hacia el gatillo, se fue moviendo hacia aquella habitación. Las bisagras estaban rotas, la puerta ligeramente descolgada, y un intenso olor a moho invadía la estancia. Ni la máscara de gas sería útil contra este hedor tan nauseabundo.

- He encontrado algo detrás de la puerta, un baúl. – Dijo Jaejoong. Arrastraba un gran cofre negro hacia el centro de la sala. – Necesito tu palanca para abrirla.
- Apártate. – Murmuró Yunho, apuntándole con la pistola. Jaejoong retrocedió, con las manos levantadas.
- ¿Ni siquiera la palanca?

Un fogonazo intenso, un sonido atronador y un agudo olor a pólvora. Yunho, con el dedo intercalado en el gatillo, había disparado sin darle tiempo al otro joven a reaccionar. Con el semblante lo más frío que podía, se inclinó hacia delante.
La caja estaba abierta; la cerradura, reventada Jaejoong se encontraba en el suelo, con el rostro mortalmente pálido. Tal vez, incluso parecía tener los ojos ligeramente humedecidos.

- Has disparado. – Dijo. Ni una palabra más.
- No contra ti. – Respondió Yunho, agachándose junto al cofre. Dejó el arma en el suelo, entre sus pies. – La palanca nos hubiera retrasado más de lo necesario. Y ya llevamos mucho tiempo aquí. Hemos de continuar.

Dentro de la caja, encontraron las armas que habían mencionado en aquella carta. Jaejoong esbozó una sonrisa. Una veloz mirada del otro joven le recordó que él no llevaría ninguna de aquellas armas.

Mientras sacaban al exterior la munición y las armas, que a ambos se les hicieron escasas, dadas las circunstancias, escucharon un clic tras ellos. Cuando se volvieron, encontraron a una chica joven, más joven que ambos muchachos, que les apuntaba con una pareja de revólveres pulidos y brillantes. Aunque su expresión era confusa, y su actitud, dubitativa, sus dedos no parecían temblar.

- Dejad las armas. Son mías. – Dijo. Luego, accionó los tambores de ambos revólveres.
- Yunho… - Empezó a decir Jaejoong.
- Cállate. – Replicó el aludido.
- ¿Yunho? – La chica esbozó una sonrisa, aún por encima del nerviosismo que parecía experimentar. - ¿3ª División, Exiliado del Concilio?

Yunho suspiró suavemente, pero no respondió. Se giró, arrodillándose, y tomando de nuevo las armas. La chica bufó, crispada.

- ¿No me escuchaste? Te he dicho que dejaras las armas. – Repitió, andando hacia él y apoyando el cañón en la sien del joven...

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