EXO Royale. [Cap.2.]

Escritor : Unknown | Hora : 11:06 | Categorías :
Autor del fic o historia: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal
Nombre del relato: EXO Royale.
Tema: Acción, drama, romántico, EXO, +18.

-Capítulo 2.-

El cuerpo de Xiumin descansaba delante de él, frío, gélido, muerto. Las cuencas de los ojos se encontraban hinchadas por las lágrimas, y los dedos cubiertos en sangre, las uñas rotas, los numerosos cortes en los brazos, indicador de la pelea que había librado.
No hizo ningún comentario. Tan sólo, se arrodilló delante de él y, despacio, cerró los ojos del difunto.
Recitó una oración en su memoria dentro de su mente, una oración de amistad y recuerdos. Le deseó buen viaje en el camino hacia el otro lado, un viaje tranquilo y justo, que le condujera en su travesía hacia el cielo, mientras ellos se encargaban de subsistir en aquel infierno inhóspito.


Chanyeol enfundó el cuchillo en la parte trasera del cinturón militar, tras limpiar la sangre en las ropas de Xiumin.
El contenido de sus armas había sido el mayor entre sus compañeros y el resto de inducidos en la isla, por lo que se sentía seguro. Sin embargo, iba a sobrevivir, costara lo que costase.

Tapó el cuerpo con telas raídas, y luego comenzó a descender ribera abajo. No escuchaba nada en las inmediaciones, ninguna voz, ningún ave. Ni siquiera el agua estancada emitía algún tipo de murmullo.
A lo lejos, divisaba el fin de la arboleda verde que lo rodeaba, pero, allí, al amparo de la naturaleza, se veía capaz de continuar, hasta que los demás desaprensivos se inmiscuyeran en su zona.
Sin embargo, los días iban avanzando, la comida se agotaba, y los recursos para sobrevivir, incluso aunque fuera sin encontrarse con nadie, se iban volviendo más y más escasos.

Necesitaba alcanzar el campamento que se veía desde el limítrofe del bosque.
Ardía una fogata en su centro, pues la humareda ondeaba hacia el cielo, creando un punto de encuentro entre los habitantes de la isla. Quien quiera que estuviera encendiendo aquel fuego y avivándolo, no pretendía pasar desapercibido. Aquella columna de humo podía verse desde millas a la redonda.
Además, allí era a dónde se dirigía Xiumin.

Seguía sin escuchar nada. Desenvainando el cuchillo, avanzó un paso más allá de la defensa formada por los troncos.
Sintiéndose desamparado, trató de moverse con rapidez, en la penumbra de aquella noche silenciosa.


Traspasó la línea del campamento, un lugar austero donde no parecía haber nadie. En una de las numerosas tiendas de campaña, halló víveres, una cantimplora con agua, y una piedra afilada cubierta con carne.
El brillo sanguinolento que embriagaba la piedra relucía bajo la luz del fuego.

Las llamas se conservaban vivas, enormes, como si alguien las estuviera achacando desde hacía poco tiempo. Pero no había nadie allí.
Avanzó rápido por todo el campamento, buscando presencia humana en algún rincón.
Nadie.
Nada.
Guardó todo lo que halló en el morral a la espalda, y luego fue dejando el campamento, despacio, en dirección al amparo del bosque.

Un disparo en aquella nocturnidad le provocó una intensa parálisis en todo el cuerpo.
Tras él, de repente, una risa familiar y siniestra.

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