Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal.
Nombre del fic o historia: Bella y Bestia.
Tema: Mario Series [Bowser x Peach], Romántico, Drama, Acción, Fantástico, Magia.
Él, por supuesto, conocía la existencia de aquel molesto fontanero, siempre de rojo, y las pericias que hacía por su reino. Pero no la interrumpió, pues la joven aparentaba estar sumida en sus intrínsecos pensamientos.
— Realmente, me siento muy a gusto aquí, lejos de ese señor. —Exasperada, sin embargo, mostró una gran sonrisa al clavar los ojos en el rey— Usted es mucho mejor anfitrión y compañero.
Y no fue menos la sonrisa de él cuando escuchó aquellas palabras, y otras que siguieron después, en aquel punto.
Cenó con ella en su celda, algo austero y cocinado en las arcas infernales de su abastecido imperio, mientras discutía con ella asuntos relacionados con el estado y la nación. En el tono de voz del rey se podía apreciar su expresión latentemente preocupada y su voz lánguida al hablar de los subalternos que le costaba mantener.
Ella le escuchaba atentamente y, de vez en cuando, alzaba una de las manos para posarla en la gigantesca garra del rey, sin parecer darle reparo su piel escamosa o sus dedos extraordinariamente grandes.
Él habló luego de sus hijos, de sus vástagos, de sus criaturas… Y ella entendía, asintiendo, respondiendo en los momentos oportunos, incluso bromeando con él y llenando la habitación con su gloriosa risa, propia de los mismos ángeles.
— Siento no saber entretenerte, princesa. No soy tan letrado ni tengo ningún tipo de cultura más que la de la guerra —Ella negó al escuchar las palabras de él.
— Mi Rey, despreocúpese.
— Bowser… —Interrumpió él, tosiendo y tratando de aclarar su propia voz al leer la expresión de incógnita en el rostro de la princesa. — Puede llamarme Bowser…
— Comprendo… Rey Bowser, es un placer compartir estadía con usted. Aprendo de un rey que quiere a su pueblo, porque son su propia familia.
— También cometo errores…
—… como todos los reyes y todas las reinas de todos los imperios. Tiene usted un alma bondadosa. —Decía ella, mientras su mano se deslizaba en torno a las escamas de la criatura— Lamento que las circunstancias nos sean contradictorias, sin embargo.
Y él, con toda la fuerza de su ser, deseó poder cambiar aquella situación…
Ella jamás me verá como lo que soy. Como… como un monstruo.
La Bella y la Bestia.
Capítulo 1.
Incluso si estoy solo de nuevo…
Tal vez
eran sus dedos gruesos.
Tal vez eran sus gestos.
Tal vez era su aspecto monstruoso, por fuera y… por dentro.
No sabía de dónde provenía aquella expresión que abotargaba el rostro de ella cuando la miraba, contemplando su rostro níveo como el copo de nieve más dulce.
Ella no parecía odiarle, sin embargo, ni siquiera represarle su forma de ser, tan precipitada como brusca.
Ella era sol que iluminaba su mundo de fuego y lava. Tanto tiempo entre criaturas extrañas, antipáticas, independientes, sin ningún tipo de atractivo o de interés mental, convertía a aquella joven princesa en la musa del deseo que pudiera apreciar. Amaba su portentosa inteligencia, la manera de debatir cuando conversaban, la forma en la que daba órdenes a sus propios subalternos, incluso aunque fuera una reclusa más en un mundo hostil.
Le concedió permiso para pasearse más allá de la celda, por las parcelas inferiores de la prisión, pero ella comentaba que se sentía segura y protegida. En el interior de su alcoba, como ella acostumbraba a decir, nadie podía dañarla.
— ¿Por qué siempre está aquí leyendo, princesa Peach? —Inquiría él, con los brazos cruzados delante de la puerta y observándola sentada tras el escritorio que había colocado allí únicamente por ella. — Hay zonas hermosas para visitar por los alrededores. He dado permiso para que te traten como mi invitada.
— No podría sentirme más a gusto entre estas cuatro paredes de piedra. Me provoca una cierta reminiscencia a mi antiguo palacio, mas sin la molesta servidumbre o los compromisos sociales de rigor, mi buen rey. Además… —Dejó el libro abierto sobre el escritorio y, con las manos sobre el vientre, emitió un ligero bruñido de frustración—… hay un fontanero empleado de mi imperio, bastante molesto, que insiste en cortejarme. Pero la realidad es que apenas lo entiendo al hablar. Su tono de voz chillón me irrita.
Tal vez eran sus gestos.
Tal vez era su aspecto monstruoso, por fuera y… por dentro.
No sabía de dónde provenía aquella expresión que abotargaba el rostro de ella cuando la miraba, contemplando su rostro níveo como el copo de nieve más dulce.
Ella no parecía odiarle, sin embargo, ni siquiera represarle su forma de ser, tan precipitada como brusca.
Ella era sol que iluminaba su mundo de fuego y lava. Tanto tiempo entre criaturas extrañas, antipáticas, independientes, sin ningún tipo de atractivo o de interés mental, convertía a aquella joven princesa en la musa del deseo que pudiera apreciar. Amaba su portentosa inteligencia, la manera de debatir cuando conversaban, la forma en la que daba órdenes a sus propios subalternos, incluso aunque fuera una reclusa más en un mundo hostil.
Le concedió permiso para pasearse más allá de la celda, por las parcelas inferiores de la prisión, pero ella comentaba que se sentía segura y protegida. En el interior de su alcoba, como ella acostumbraba a decir, nadie podía dañarla.
— ¿Por qué siempre está aquí leyendo, princesa Peach? —Inquiría él, con los brazos cruzados delante de la puerta y observándola sentada tras el escritorio que había colocado allí únicamente por ella. — Hay zonas hermosas para visitar por los alrededores. He dado permiso para que te traten como mi invitada.
— No podría sentirme más a gusto entre estas cuatro paredes de piedra. Me provoca una cierta reminiscencia a mi antiguo palacio, mas sin la molesta servidumbre o los compromisos sociales de rigor, mi buen rey. Además… —Dejó el libro abierto sobre el escritorio y, con las manos sobre el vientre, emitió un ligero bruñido de frustración—… hay un fontanero empleado de mi imperio, bastante molesto, que insiste en cortejarme. Pero la realidad es que apenas lo entiendo al hablar. Su tono de voz chillón me irrita.
Él, por supuesto, conocía la existencia de aquel molesto fontanero, siempre de rojo, y las pericias que hacía por su reino. Pero no la interrumpió, pues la joven aparentaba estar sumida en sus intrínsecos pensamientos.
— Realmente, me siento muy a gusto aquí, lejos de ese señor. —Exasperada, sin embargo, mostró una gran sonrisa al clavar los ojos en el rey— Usted es mucho mejor anfitrión y compañero.
Y no fue menos la sonrisa de él cuando escuchó aquellas palabras, y otras que siguieron después, en aquel punto.
Cenó con ella en su celda, algo austero y cocinado en las arcas infernales de su abastecido imperio, mientras discutía con ella asuntos relacionados con el estado y la nación. En el tono de voz del rey se podía apreciar su expresión latentemente preocupada y su voz lánguida al hablar de los subalternos que le costaba mantener.
Ella le escuchaba atentamente y, de vez en cuando, alzaba una de las manos para posarla en la gigantesca garra del rey, sin parecer darle reparo su piel escamosa o sus dedos extraordinariamente grandes.
Él habló luego de sus hijos, de sus vástagos, de sus criaturas… Y ella entendía, asintiendo, respondiendo en los momentos oportunos, incluso bromeando con él y llenando la habitación con su gloriosa risa, propia de los mismos ángeles.
— Siento no saber entretenerte, princesa. No soy tan letrado ni tengo ningún tipo de cultura más que la de la guerra —Ella negó al escuchar las palabras de él.
— Mi Rey, despreocúpese.
— Bowser… —Interrumpió él, tosiendo y tratando de aclarar su propia voz al leer la expresión de incógnita en el rostro de la princesa. — Puede llamarme Bowser…
— Comprendo… Rey Bowser, es un placer compartir estadía con usted. Aprendo de un rey que quiere a su pueblo, porque son su propia familia.
— También cometo errores…
—… como todos los reyes y todas las reinas de todos los imperios. Tiene usted un alma bondadosa. —Decía ella, mientras su mano se deslizaba en torno a las escamas de la criatura— Lamento que las circunstancias nos sean contradictorias, sin embargo.
Y él, con toda la fuerza de su ser, deseó poder cambiar aquella situación…