Autor del fic o historia: Daniel.
- Aún no te he dado las gracias por venir, ¿sabes? – Musitó
él, acariciando la piel de la cintura de la muchacha. – Espero que todo esté a
tu gusto.
Twitter : @LeonheartTribal
Nombre del fic o historia: So hot.
Tema : Hetero, Block B [Zico x Fan] , B.A.P [Yongguk x Fan],
mini- serie , lemon, +18.
-Capítulo 3.-
¿Cómo había llegado a aquella situación?
Sus ojos estaban clavados en el joven que tenía delante de
ella. Él le hacía gestos con la mano para que se aproximara, y ella no podía
sino hacer caso a cada una de sus peticiones. ¿O estaban siendo órdenes?
Anduvo hasta su altura, exhibiendo la desnudez presente en
cada poro de su piel, sólo cubierta por un leve batín de seda que acariciaba
los contornos de su piel.
Él envolvió la cintura de ella con las manos, y la apretó
contra su propio cuerpo, aún cubierto por el sudor y la ropa que había usado
durante el día. Mas ella estaba desnuda, ¿tan intenso era la embriagadora
esencia del joven, tanto poder tenía sobre ella?
- Es todo… - Ni siquiera supo que decir, pues no recordaba
nada de la vivienda en la que se encontraba, salvo aquella habitación que en
ese momento veía. -… precioso, gracias por traerme.
Aquella conversación incoherente con la situación del
preludio de lo que podría pasar más adelante.
Y aproximó el rostro al de ella, sus labios a los suyos, sin
decir nada. Bésame, suplicó en silencio la mente de la joven, bésame, por
favor. Él no hizo ni dijo nada más. Sólo la miraba con aquella desconcertante
sonrisa provocadora y sensual que no lo había abandonado ni una fracción de
segundo durante todo el día. Disfrutaba con aquel juego de insinuaciones y
provocaciones, pero, ¿tendría lo necesario para pasar a mayores?
Tomando la mano de ella, se dirigió hacia una puerta anexa,
junto al camastro.
Al otro lado, el agua bullía cálida sobre una superficie
larga y rectangular de mármol blanco, en donde los vapores provocados ascendían
hasta la altura del techo. El espejo, en un extremo de la sala, estaba
completamente empañado.
Igual que yo ahora mismo.
Él la condujo hasta allí, situándose a su espalda y posando
las manos sobre sus hombros desnudos. Acarició la piel de ella y fue
descendiendo las manos a través de sus brazos. Luego, asió con fuerza su
cadera, pegándola a su cuerpo. Suspiró en su oído. Ella gimió suavemente.
La violencia con la que la giró y la tomó por la barbilla
fue dolorosamente agresiva, pero disfrutó con la sensación de dominación que él
ejercía, con la manera en que la doblegaba, aún sin decir nada, y con los
labios ávidos del muchacho, que se pegaron a los suyos y bebieron de ellos,
casi con desesperación, con anhelo.
Sintió la curvatura de su entrepierna cerca de ella, y su
lengua trepidante en busca de la propia. Sus expertas manos se enredaron en su
cintura y, mientras suaves caricias desataba sobre ella, exploraba la boca.
Aunque, por la maestría que mostraba en cada movimiento, parecía conocerla de
sobra.
Él se aferró a la piel de ella, como si necesitara probar
aquella sensación de dominación que ejercía, incluso aunque supiera que la
joven no escaparía, aunque tuviera claro que permanecería junto a él.
Sin apartarse de ella, y sin dejar de probar sus labios
intensos, fue despojándose de la ropa. Alice quiso descender la mirada a través
del torso del muchacho, pero este sujetó su barbilla con fuerza. Con un gesto
le indicó que sumergiera su cuerpo en el agua, justo un instante antes de
separarse de sus labios y tras ella.
Ella accedió, sumergiendo sus pies en las cálidas aguas, y
tumbándose en ellas.
Él se deslizó dentro, en el otro extremo, y quedó espacio
suficiente para que ambos no se rozasen.
- ¿Vas a pedirme que me acerque o no? – Inquirió ella. ¿Qué
acabas de decir, Alice? – ¿Tendré que acercarme sin que me lo pidas?
Ni siquiera sabía por qué había actuado así.
El aroma de la habitación estaba secundado por una extraña
fragancia salvaje y silvestre, como un perfume que hubiera impregnado la
superficie y los vapores del agua.
Él se rio, suavemente, pero no dijo nada más. Apoyó ambos
brazos en el borde blanco que los rodeaba, y esperó.
Alice avanzó hasta él, mezcla de miedo, duda y sensualidad, mientras
contemplaba al mito que tenía delante, y que había jugado con ella durante toda
la tarde.
No, pensaba, no vas a seguir jugando conmigo.
El hecho de haberla dominado casi en su totalidad, de
haberla sometido a cada gesto y a cada caricia, era algo con lo que no se
sentía cómoda. Mojó su interior por él, se deshizo en orgasmos internos por la
sonrisa de aquel muchacho orgulloso, y ni siquiera recordaba la sensación de
haberse desplazado de aquel estudio hasta su hogar.
Pero eso se acabó, murmuró algo en el fuero interno de la
joven, algo desatado que provocaba su movimiento hacia Zico. Estoy cansada de
estos juegos tuyos… Y si vamos a hacer esto, lo haremos a mi manera.
- Por fin… - Murmuró él, dejando caer la cabeza hacia atrás,
y mirándola luego con una sonrisa de autosuficiencia. – Me estaba cansado de tu
actitud. Al menos, ahora harás algo más que mirarme confusa.
Patético y sensual personaje. Nadó hasta donde se encontraba
él, desplazándose lentamente. A su altura, posó las manos sobre sus muslos, en
el punto en el que los pliegues de piel se unían sobre la pelvis, y lo miró,
desafiante.
- Ahora, vas a ser tú quien grite mi nombre. Y quien me
suplique. El juego se acabó para ti.