Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal.
Nombre del fic o historia: Qué tal si tú y yo...
Tema: Harry Potter, Harry & Hermione, libros, lemon, +18
- Capítulo 2 - Ardiente Ilusión.
Twitter: @LeonheartTribal.
Nombre del fic o historia: Qué tal si tú y yo...
Tema: Harry Potter, Harry & Hermione, libros, lemon, +18
- Capítulo 2 - Ardiente Ilusión.
Hicieron eco en sus oídos cada una de las frases que ella
pronunció, muy débilmente, casi con timidez, con vergüenza, como si la
situación la sobrepasara más allá de los límites imaginables posibles.
Pero era cierto, pensaba él, no son sólo locuras mías, se repetía a si mismo, mientras la observaba contemplar el fuego en silencio. Parecía meditar algo, o tal vez no pensaba en nada, o tal vez pensaba en todo.
Él no quiso interrumpir aquel instante, pues aún fraguaban en su pecho los restos de todo lo que ella había dicho, y pretendía atesorar todo lo que le había provocado.
La muchacha le miró, con curiosidad, pues los ojos esmeraldas del joven se habían posado sobre la alfombra, y no había pronunciado palabra.
- ¿Entonces…?
- ¿Hm?
En la mirada parda de Hermione encontró la desesperación por una respuesta positiva, la decepción de que pudiera haber una negativa o, tal vez, que la llamase loca.
Pero, sus labios decían algo completamente diferente.
- ¿Me has escuchado? – Preguntó ella. Demasiado bien. – No es algo que te hubiera dicho en otras circunstancias, pero, visto lo visto… Era lo mejor.
- Sí, sí… Has hecho lo correcto.
Él la seguía anhelando. Aún tratando de no dejarlo ver, se sentía incapaz de controlar aquel ardor que invadía cada centímetro de su piel.
Allí, al amparo del fuego, Hermione parecía aún más hermosa. Su cuerpo, teñido de alabastro, se le antojaba sensual y atrayente; sus piernas, infinitas; sus muslos, el camino directo hacia la salvación que tantas noches le había asolado.
Incluso el pijama que llevaba puesto en aquel momento se adecuaba a la perfección sobre su figura tersa, dejando entrever sólo pequeños esbozos de piel sólo en aquellos límites que la joven marcaba. Apenas la piel del cuello y, parcialmente, su escote; su cintura, justo la línea sobre la que se encontraba el monte de ella. Incluso sus manos desprendían una luz exótica de la que él era un esclavo.
Hermione, era la más inteligente de los tres. Tal vez, la más inteligente de la escuela. Jamás daba nada por sentado y, a juzgar por la mirada de ella, en la que reparó segundos más tarde, incluso el haber escogido especialmente aquel sillón, y no otro, haberse situado en aquella postura, y no otra, era parte de la misma treta.
De pronto, sonrió parcialmente, y dicho gesto, mientras la joven se inclinaba hacia delante y aproximaba su cuerpo hacia el de Harry, intensificó aún más la pasión que él sentía.
- ¿Qué deberíamos hacer ahora? – Y su voz sonó algo más sugerente de lo normal. Pero… ¿estoy soñando? Ella no es así.
- Debería violarte sobre ese sillón. No lo sé muy bien. – Murmuró él, tensándose su cuerpo ligeramente ante los escasos centímetros que le separaban de Hermione. – Admito que esto me ha pillado… por sorpresa.
La pausa en su manera de hablar tan lenta estaba marcada por la visión que, en aquel instante, tenía de ella: al acercarse la joven podía ver sus senos, remarcados bajo la curvatura del escote. Demasiado tersos y perfectos. Esto tiene que ser un sueño.
- Entiendo que sea algo complicado de asimilar… - Dijo ella, manteniendo aquel tono embriagador y satisfactorio. – Somos amigos, ¿no?
- Claro… Pero quiero que seamos amantes. Amantes carnales. Quiero devorarte. Somos amigos, Herm.
- Eso lo hará todo un poco más fácil. – En ese momento, la joven retrocedió, y Harry echó de menos la esencia de aquel perfume que llevaba ella contorneándose sobre su cuerpo, sobre su propio cuerpo.
Ella se levantó. Posó las manos en las caderas mientras los ojos se perdían en el fuego, en el denso crepitar. Pero él no podía mirar nada más, aunque trató de hacerlo. Trato de fijarse en cualquier otro detalle de la sala común, cualquier cosa que le permitiera apartar la mirada de aquella diosa griega del sexo.
La joven se giró hacia él, y dejó caer ligeramente la cadera hacia un lado.
- Harry. – Dijo ella, sonriendo parcialmente de nuevo. El rostro quedaba escondido entre su cabello y la sombra que provocaban las llamas. Sin embargo, las manos de la muchacha, que ascendieron a través de su torso y soltaron los botones superiores, eran perfectamente visibles.
- Herm, ¿qué…?
- No lo has entendido antes y espero que lo entiendas ahora. – Apartó los pliegues superiores de su pijama, sin quitarse la camisa, mostrando las protuberancias que la tela de la ropa habían ocultado. Madre mía…
Si aquello era un sueño, si aún permanecía en aquel estado embriagador y erótico de sus más profundas fantasías, era el sueño más intenso que jamás hubiera tenido. Jamás había experimentado el calor de su cuerpo al acercarse a aquellas llamas, ni el perfume azotador de la joven. Su cuerpo jamás había resultado tan condenadamente hermoso, ni tan provocador. Y la actitud de ella no había sido tan abierta en ninguna de las ocasiones en las que soñaba que la hacía suya.
Hermione giró el rostro hacia ambos lados, deleitándose, tal vez, en la atracción que ejercía sobre el muchacho, y luego le miró directamente a él.
- Quiero sexo. – Susurró, moviéndose hacia él con suavidad y sutileza. – ¿Me lo vas a dar tú o tengo que volver a… autosatisfacerme esta noche?
Y Harry supo, ante ella y su cuerpo esbelto, que no iba a negarse.
Pero era cierto, pensaba él, no son sólo locuras mías, se repetía a si mismo, mientras la observaba contemplar el fuego en silencio. Parecía meditar algo, o tal vez no pensaba en nada, o tal vez pensaba en todo.
Él no quiso interrumpir aquel instante, pues aún fraguaban en su pecho los restos de todo lo que ella había dicho, y pretendía atesorar todo lo que le había provocado.
La muchacha le miró, con curiosidad, pues los ojos esmeraldas del joven se habían posado sobre la alfombra, y no había pronunciado palabra.
- ¿Entonces…?
- ¿Hm?
En la mirada parda de Hermione encontró la desesperación por una respuesta positiva, la decepción de que pudiera haber una negativa o, tal vez, que la llamase loca.
Pero, sus labios decían algo completamente diferente.
- ¿Me has escuchado? – Preguntó ella. Demasiado bien. – No es algo que te hubiera dicho en otras circunstancias, pero, visto lo visto… Era lo mejor.
- Sí, sí… Has hecho lo correcto.
Él la seguía anhelando. Aún tratando de no dejarlo ver, se sentía incapaz de controlar aquel ardor que invadía cada centímetro de su piel.
Allí, al amparo del fuego, Hermione parecía aún más hermosa. Su cuerpo, teñido de alabastro, se le antojaba sensual y atrayente; sus piernas, infinitas; sus muslos, el camino directo hacia la salvación que tantas noches le había asolado.
Incluso el pijama que llevaba puesto en aquel momento se adecuaba a la perfección sobre su figura tersa, dejando entrever sólo pequeños esbozos de piel sólo en aquellos límites que la joven marcaba. Apenas la piel del cuello y, parcialmente, su escote; su cintura, justo la línea sobre la que se encontraba el monte de ella. Incluso sus manos desprendían una luz exótica de la que él era un esclavo.
Hermione, era la más inteligente de los tres. Tal vez, la más inteligente de la escuela. Jamás daba nada por sentado y, a juzgar por la mirada de ella, en la que reparó segundos más tarde, incluso el haber escogido especialmente aquel sillón, y no otro, haberse situado en aquella postura, y no otra, era parte de la misma treta.
De pronto, sonrió parcialmente, y dicho gesto, mientras la joven se inclinaba hacia delante y aproximaba su cuerpo hacia el de Harry, intensificó aún más la pasión que él sentía.
- ¿Qué deberíamos hacer ahora? – Y su voz sonó algo más sugerente de lo normal. Pero… ¿estoy soñando? Ella no es así.
- Debería violarte sobre ese sillón. No lo sé muy bien. – Murmuró él, tensándose su cuerpo ligeramente ante los escasos centímetros que le separaban de Hermione. – Admito que esto me ha pillado… por sorpresa.
La pausa en su manera de hablar tan lenta estaba marcada por la visión que, en aquel instante, tenía de ella: al acercarse la joven podía ver sus senos, remarcados bajo la curvatura del escote. Demasiado tersos y perfectos. Esto tiene que ser un sueño.
- Entiendo que sea algo complicado de asimilar… - Dijo ella, manteniendo aquel tono embriagador y satisfactorio. – Somos amigos, ¿no?
- Claro… Pero quiero que seamos amantes. Amantes carnales. Quiero devorarte. Somos amigos, Herm.
- Eso lo hará todo un poco más fácil. – En ese momento, la joven retrocedió, y Harry echó de menos la esencia de aquel perfume que llevaba ella contorneándose sobre su cuerpo, sobre su propio cuerpo.
Ella se levantó. Posó las manos en las caderas mientras los ojos se perdían en el fuego, en el denso crepitar. Pero él no podía mirar nada más, aunque trató de hacerlo. Trato de fijarse en cualquier otro detalle de la sala común, cualquier cosa que le permitiera apartar la mirada de aquella diosa griega del sexo.
La joven se giró hacia él, y dejó caer ligeramente la cadera hacia un lado.
- Harry. – Dijo ella, sonriendo parcialmente de nuevo. El rostro quedaba escondido entre su cabello y la sombra que provocaban las llamas. Sin embargo, las manos de la muchacha, que ascendieron a través de su torso y soltaron los botones superiores, eran perfectamente visibles.
- Herm, ¿qué…?
- No lo has entendido antes y espero que lo entiendas ahora. – Apartó los pliegues superiores de su pijama, sin quitarse la camisa, mostrando las protuberancias que la tela de la ropa habían ocultado. Madre mía…
Si aquello era un sueño, si aún permanecía en aquel estado embriagador y erótico de sus más profundas fantasías, era el sueño más intenso que jamás hubiera tenido. Jamás había experimentado el calor de su cuerpo al acercarse a aquellas llamas, ni el perfume azotador de la joven. Su cuerpo jamás había resultado tan condenadamente hermoso, ni tan provocador. Y la actitud de ella no había sido tan abierta en ninguna de las ocasiones en las que soñaba que la hacía suya.
Hermione giró el rostro hacia ambos lados, deleitándose, tal vez, en la atracción que ejercía sobre el muchacho, y luego le miró directamente a él.
- Quiero sexo. – Susurró, moviéndose hacia él con suavidad y sutileza. – ¿Me lo vas a dar tú o tengo que volver a… autosatisfacerme esta noche?
Y Harry supo, ante ella y su cuerpo esbelto, que no iba a negarse.