Autor del one-shot: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal.
Nombre del fic o historia: Qué tal si tú y yo...
Tema: Harry Potter, Harry & Hermione, libros, lemon, +18.
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Nombre del fic o historia: Qué tal si tú y yo...
Tema: Harry Potter, Harry & Hermione, libros, lemon, +18.
-Capítulo 1 - Noche y calor.
Tan contenida, tan entregada al mismo tiempo.
Sus gemidos atravesaban mi piel con tanta intensidad que sentía como mi cuerpo moría entre sus piernas.
No tenía control ante ella.
Un gemido algo más alto de lo normal, un estremecimiento sobre el lecho mientras sus manos se tornaban sobre las sábanas, le hizo despertar.
Se enderezó, en medio de aquella exaltación clamando en su pecho. Ninguno de sus compañeros de habitación parecía haberle oído. Pese a ello, él se sentía extrañamente incómodo… y excitado.
Sus gemidos atravesaban mi piel con tanta intensidad que sentía como mi cuerpo moría entre sus piernas.
No tenía control ante ella.
Un gemido algo más alto de lo normal, un estremecimiento sobre el lecho mientras sus manos se tornaban sobre las sábanas, le hizo despertar.
Se enderezó, en medio de aquella exaltación clamando en su pecho. Ninguno de sus compañeros de habitación parecía haberle oído. Pese a ello, él se sentía extrañamente incómodo… y excitado.
Era la tercera noche que aquel sueño se repetía, en el que se veía a si mismo poseyendo a una de sus más íntimas amigas contra casi cualquier superficie que hubiera en el cuarto. Mas, en el instante en que ella más se entregaba a él, era en la cama, la misma cama que él habitaba noche tras noche.
¿Por qué lo atormentaban los ávaros cuervos de la lujuria, cuando no podía disponer de ella a placer? ¿Por qué, en ese instante de su vida en el que tenía otras cosas que pensar que no fuera sexo y más sexo, le asolaba aquel torturador sueño?
Al mismo tiempo, deseaba no dejar de verla en esa situación, bajo él, esclavizada ante sus súplicas, siendo capaz de que el joven suplicase.
Al fin y al cabo, acostumbrado a hablar con ella siempre con un libro de por medio, le erotizaba que ella presentase su apariencia al natural, el cabello revuelto, el pecho ascendiendo y descendiendo, su cuerpo al desnudo. Pocas cosas hubieran sido capaces de rivalizar con la belleza de aquella amazona que, grácilmente, cabalgaba toda su desnudez.
Posando ambos pies en el suelo, dejó atrás la habitación, dirigiéndose al baño.
El espejo, su propio reflejo, le recordaba a cómo se veía a si mismo en el sueño. Pero faltaba algo… Los ojos mostraban aquella tenacidad satisfecha, la sonrisa era de incrédula satisfacción, con algo de egolatría palpitando en la comisura de los labios…
¿Qué fallaba? ¿Qué le faltaba al reflejo, que tenía en el sueño?
A ella enredada en tus brazos, murmuró una voz, en algún rincón aislado de su conciencia.
Apoyó las manos en la baliza del agua y accionó el grifo. Empapó su rostro y sus manos con el líquido, mientras trataba de calmar la desigual respiración de la que hacía gala.
Le temblaban el corazón, el cuerpo y los genitales, al mismo tiempo.
Tú sabes lo que tendrías que estar haciendo, ahora mismo, dijo aquella voz, alzándose de nuevo por encima de sus pensamientos oscuros. Y no se trata de seguir soñando. Sólo, estira los dedos.
Volvió a mirarse en el espejo, en aquella imagen residual que, poco a poco, iba adaptando la apariencia del mismo Harry de siempre.
Atrás quedaba ya la galantería, la vanidad, el arrojo… cualquier atizbo de masculinidad que a ella, en el sueño, la había hechizado por completo. La joven se había arrojado hacia su entrepierna con la rapidez de un león hambriento que jamás hubiera visto una chuleta, ¿qué había provocado aquel comportamiento? ¿Un deseo real? ¿Una proyección de lo que él esperaba que pasase en su vida diaria? Pero, cada fragmento del sueño parecía tan real…
Lentos, pero uniformes, toques suaves en la puerta de la habitación, a la que regresó, inquieto por saber quién llamaba a una hora tan tardía.
Como cuando hubiera gemido en voz alta, sus compañeros no se movieron. Pero, de hecho, así lo prefirió, cuando, en el umbral, sus ojos se cruzaron con la valquiria de sus sueños más húmedos, con la musa que inspiraba sus poluciones nocturnas, con la mujer que irradiaba rabia sexual y animal de cada molécula de su cuerpo.
- ¿Harry? – Inquirió ella. Su cabello revuelto, su mirada intensa, su piel regada ligeramente por una fina capa de sudor, apenas imperceptible… Tal y cómo la soñé. – ¿Te encuentras bien?
Y él, sumido entre una vigilia aún perenne y en una excitación mental intensa, no supo si contestarle con la verdad, si evitarla, si mentirle, si llevarla al suelo y empotrarla con toda la fuerza que su ser podía arrastrar sin llegar al asesinato…
- Estás acalorado. – La joven llevó la mano derecha a la frente de él, posándola allí, y comparando la temperatura de la piel del muchacho con la suya. – No parece que tengas fiebre, ni nada parecido.
- No, no… - Articuló, no con demasiado convencimiento. Tomó la muñeca de ella y la apartó delicadamente. – Hace mucho calor… Eso es todo.
Luego, empezó a cuestionarse si aquella súbita presencia no sería sino un sueño, un indicio de que aún se encontraba en medio de sus fantasías y alucinaciones.
Pero luego absorbió el embriagador aroma de su perfume, vio sus facciones marcadas, en las que nunca había reparado. Saboreó la suavidad de la piel de su mano, y la apenas visible transparencia que iba más allá del pijama que llevaba puesto sobre un cuerpo que, al menos, daba la impresión de estar totalmente desnudo.
- Y… ¿por qué has venido tan tarde? – Preguntó él, desesperado por salir de un duermevela que podía darle pistas a ella de su situación. Tal vez, si se alargaban aquellos pensamientos, pasaría de meras suposiciones a una prueba real. – No creía que nadie estaría despierto a esta hora.
- Tengo que hablar contigo. – Solamente dijo ella, dándose la vuelta. Con un gesto, le indicó los sillones, bajo las habitaciones, en la sala común. – Te espero allí. No tardes demasiado.
Mientras ella descendía, él cerró la puerta de la habitación tras él, y, luego, comenzó a recorrer las escaleras.
El silencio era sepulcral, intenso, sazonador de una noche que, hasta el momento, le había proporcionado más tensión que calma. Probablemente el únido sonido que se escuchaba en toda la torre eran los latidos de su corazón, más allá de ronquidos de otros alumnos.
Ella había tomado posición delante de la chimenea, en un sillón individual, que tenía a su vera otro asiento de igual tamaño.
Le indicó que se posicionara allí, al lado de ella, con un mudo gesto.
Inquieto, no pudo sino hacer caso a su petición, curioso y dubitativo de por qué aquel encuentro en medio de la noche, a una hora tan avanzada de madrugada.
- Siempre he sido de darle más vueltas de las que debería a todo. – Empezó a decir la muchacha, llevando los pies sobre el sillón y las rodillas hacia el pecho. – Y llevo varias noches dándole vueltas a un asunto, que quería tratar contigo, si no te importa.
- No, adelante. – Respondió él, inclinándose hacia delante y mirándola. Ella le devolvió una trémula sonrisa. – ¿Qué sucede?
- Es… complicado. Pero a la vez no lo es. Imagino que es cosa de la edad, de las hormonas y todo eso, del calor que hace últimamente, de la presión a la que nos sometemos habitualmente, y digamos que…
- Hermione, dime. – La tranquilizó él, posando una mano en la rodilla de ella.
Al contacto, la mirada de la joven dudó, moviéndose entre los dedos del muchacho y su rostro; Luego, el fuego. Parecía alterada, frenética, como si un intenso ímpetu se hubiera adueñado de su pecho férvido, ascendiente y descendiente con parsimonia bajo la tela.
Aún así, el rostro de Hermione no delataba lo que, esperaba él, sintiera por dentro. Su rostro era una máscara de bondad que rivalizaba con la Hermione a la que se había enfrentado en sueños.
Mas, las palabras que ella pronunciase luego, le llevaron un paso más allá de la realidad, de la fantasía.
Incluso, al momento, llegó a pensar que, de verdad, estaba soñando de nuevo, a raíz de lo pronunciado por ella.
Una vez más, quiso poseerla contra el suelo de la sala común, con todo lo que él pudiera ofrecerle.
Y, a raíz de los gestos que ella hizo al pronunciar aquella frase, no era el único que lo deseaba.