Scent of a woman. [Cap.1.]

Escritor : Unknown | Hora : 18:54 | Categorías :
Autor de la historia: Daniel. 
Twitter: @LeonheartTribal
Nombre de la historia: Scent of a woman.
Tema: Original, acción, suspense.


-Capítulo 1.-


Por fin en casa, fue el primer pensamiento de ella, al soltar el morral sobre la alfombra de bienvenida. Palpó sobre su pantalón, buscando las llaves que le permitieran, una vez más, el acceso al único lugar del mundo al que podía llamar hogar.
Al menos, después de todo lo sucedido durante el último verano.
Exploró en bolsillos traseros, en el pequeño bolsillo de su camisa, en los recovecos del morral, pero no conseguía dar con ellas. ¿Se las habría olvidado en el último hotel que había visitado? No lo creía posible.


La puerta se abrió desde el interior, dando lugar al rostro de una joven de cabello largo y dorado, ojos pardos y rasgados, expresión sonriente y despreocupada. Al mismo tiempo, parecía reír por la estupefacción reflejada en la cara de la recién llegada, quien no conseguía articular palabra alguna.

- No es necesario que me lo agradezcas, Julie. – Dijo, haciéndose a un lado. – Al menos, no con palabras. Luego, tal vez podríamos hablar de una compensación monetaria.
- ¿Qué haces aquí? – Preguntó Julie, recogiendo su morral y entrando en la casa.

La puerta se cerró a su espalda, mientras ella, maravillada, observaba el perfecto estado en el que su hogar se encontraba tras seis meses de fuera de aquel lugar. Las luces titilaban como si cada una de las bombillas puestas en sus plafones fuese nueva, y la instalación eléctrica hubiera sido puesta aquella misma mañana. El suelo de mármol reflejaba todo, y cada uno de los muebles presentaba una superficie perfecta, sin mota de polvo a la vista, sin suciedad acumulada y, sobre todo, sin ninguna presencia de bichos en las proximidades, ni en las esquinas, ni en los recodos escondidos bajo los muebles.
Mientras se había ido aproximando al hogar, pensaba en la cantidad de ratones, cucarachas, moscas y demás que pudieran pulular por el salón, por las habitaciones y por cualquier rincón… Pero, en ese momento, mientras la otra chica sonreía, Julie se sintió maravillosamente bien, sin nada que perturbase su descanso, en un momento u otro.

- Kim… - Dijo Julie, girándose hacia ella. Tomó las manos de la otra joven. – Te agradezco profundamente lo que has hecho. Porque… has sido tú, ¿no?
- Julie, Julie… Nadie te quiere tanto como para limpiar toda tu casa. – Le hizo un gesto suave con la mano, para que siguiera sus pasos por las otras estancias de la vivienda. – En realidad, yo tampoco te quiero tanto… Pero eres mi amiga, y supuse que, si lo dejaba todo limpio, me pagarías, o me comprarías algo, no sé. Eres generosa.

Dejado atrás el recibidor, las estancias anexas de la primera planta dejaron maravillada a la joven, en cuanto a pulcritud se refiere. Nada fuera de su lugar, nada colocado de manera que estorbase al andar. Todo pegado a las paredes, todo ordenado. La mesa de cristal del comedor principal, completamente translúcida, creando un bello efecto al deslizarse sobre ella los rayos de sol procedente de las ventanas contiguas. La lámpara de araña colgaba sobre la mesa, fluyendo suavemente de un lado al otro, mecida por la brisa que provocaba el efecto del aire acondicionado de la vivienda.
Mientras seguía la dirección que marcaba Kim, se extasiaba de que pareciera una casa recién comprada, y no la suya propia. Pese a eso, aquellos eran sus muebles. Y todos ellos, sus cosas, eran las que le daban la bienvenida.

Kim se detuvo en la sala de estar, más alejada de la entrada, situada en el punto opuesto de la vivienda. Prendió la luz, pues las estanterías adheridas a las paredes no permitían la presencia de ventanas. Tomó asiento en uno de los sillones, frente a la chimenea, donde alguna vez debiera haber latido un fuego intenso.

- No he podido limpiar del todo la chimenea. – Dijo, echándose hacia atrás y cerrando los ojos. – No he encontrado la forma de subir al tejado, y me hubiera resultado imposible limpiarla desde dentro. Hay algo atascado en medio.
- ¿Algo? ¿El qué? – Dijo Julie, tomando asiento y dejando su morral a los pies del sillón. De repente, sintió como todos los músculos de su cuerpo se relajaban, prácticamente al unísono. Suspiró de placer.
- No lo sé, puede que algún pájaro, o un gato. No me he atrevido a mirar.
- Kim… Estoy pensando en ofrecerte trabajo y hacerte interna. Limpias demasiado bien como para dejarte escapar. – Al tacto con el aire acondicionado, su piel acalorada comenzó a descender la temperatura.
- Nunca me pillarás. Ya me explotan bastante en el trabajo. Esto lo he hecho una vez… - Se levantó, caminando hacia la chimenea. –… y ninguna más. La próxima vez que te vayas tanto tiempo, venderé tus muebles, tu casa y me iré lejos, todo lo lejos que pueda.
- Nah… No lo harías. ¿Cómo vas a vivir sin mí?
- Lo he hecho perfectamente hasta ahora, ¿no? – Respondió Kim, asomándose al hueco de la chimenea. En lo alto, una sombra oscura tapaba la salida y entrada del aire. – Es muy grande. Por eso no se me han colado malos olores en casa mientras limpiaba.
- Déjalo, Kim, en serio. Luego le echaré un vistazo yo, no te preocupes. – Se echó hacia delante en el sillón, cruzando los dedos. – Y bien… ¿te apetece que cenemos algo juntas mientras hablamos? Además de cansancio, vengo hambrienta.


Después de un par de frases más hilvanadas decidiendo qué podían tomar para cenar, empezaron a prepararlo todo. Como Julie acababa de llegar, Kim no permitió que entrase en la cocina y que tratase de ayudarla en lo que era la elaboración de la cena. Con aquella actitud distraída que poseía, pidió que colocara los cubiertos y vajilla en la mesa, pero nada más.

- Estás cansada. O deberías estarlo, y yo estoy prácticamente fresca como una rosa. Déjame satisfacerte con mis habilidades culinarias. Tú, no molestes. – Dijo, tras comprobar que la mesa estaba puesta. Luego, se enfrascó entre los utensilios, las verduras y demás. – ¿Por qué no vas a tu despacho, y aprovechas para reclamar un poco de soledad? Te avisaré cuando la cena esté lista. Y no cojas el teléfono si suena.

Y, exhibiendo una sonrisa que no tuviera durante los últimos meses, Julie abandonó la zona del salón, dirigiéndose hacia su despacho, escaleras arriba.
Al fondo del pasillo superior, la inmensa buhardilla que fuera su lugar de trabajo y estudio le dio la bienvenida, bien aireada por el ventanal amplio del otro lado de la estancia, con un olor suave y sedoso, debido al ambientador colocado junto a la puerta. A un lado, estanterías con libros; al otro, carpetas y archivadores. En medio de la sala, un escritorio, con papeles regados por encima.

Se aproximó a su silla, rodeando la mesa, y volcándose en ella. Suspiró, profundamente. Dejó caer los brazos a ambos lados de los del sillón. Subió los pies al escritorio. Una vez más, emitió una intensa y profunda respiración.
Todo estaba bien.

Con un rápido vistazo, revisó los folios sobre la mesa: papeles aleatorios, pertenecientes a sus últimos proyectos. Los examinó uno por uno, ordenándolos a un lado, creando una pila de papeles que, prácticamente, alcanzaba la altura de su cabeza.
Se sintió satisfecha. Tendré que revisarlos más tarde o, tal vez, mañana. Al fin y al cabo, después de su regreso, sentía que tenía que terminar todos los proyectos que tenía pendientes.
Al menos, quería hacerlos antes de marcharse de nuevo.
Sólo que, aquella ocasión, tal vez se llevase a Kim con ella.


Y, cuando su relajación alcanzó el máximo punto, sumergida entre el cansancio del viaje y la propia modorra por poder descansar al fin, escuchó algo que puso alerta cada centímetro de su piel. Un grito.
Apartando la silla, ágilmente, saltó por encima del escritorio, agazapándose luego junto a la puerta. La abrió, despacio, y miró el pasillo.
Nadie allí.

Empezó a caminar lentamente, tratando de que la madera del suelo no crujiera bajo sus pasos. Después de alcanzar el extremo superior de la escalera, escuchó otro grito. Esta vez, un grito de terror intenso.
Y, sin pensarlo más, comenzó a descender escaleras abajo…

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