Never Give up. [Cap.5.]

Escritor : Unknown | Hora : 21:07 | Categorías :
Autor del fic: Daniel.
Twitter: @LeonheartTribal
Nombre del fic o historia: Never Give up.
Tema: Hetero, serie, B.A.P, +18.

-Capítulo 5.-

El rostro ensombrecido delante del espejo, cuál máscara blanca que llevaba para ocultar los profundos surcos que las lágrimas, tras la noche, habían dejado. La huella de intensas ojeras aún hacía mella en su joven tez.
Sintió temor, y una profunda agonía que cruzaba su pecho desnudo, allí donde el teléfono hubiera impactado.
¿Qué podía hacer? ¿Iría a aquel local o volvería a su país de origen, dejando atrás aquellos recuerdos e instantes de dolor?


El peligro que había sentido fraguándose entre los labios de la persona que le había visitado era tan tangible que hubiera podido cortarlo, rodaja a rodaja.
Mas, pese al miedo que le invadía, sentía que no podía abandonar a su amigo al amparo de toda aquella situación. Menos aún después de lo que Guk había hecho por él.
Con una mueca, y tras ocultar las marcas en su rostro como buenamente podía, echó una de las mochilas al hombro y salió de la estancia.



Aún era muy temprano cuando cruzó la entrada de aquel lugar de mala muerte. Ni siquiera había un barman que atendiera, o clientes consumiendo alcohol. Sólo se escuchaba un murmullo de la habitación que quedaba al otro extremo del local, un fino y discreto murmullo.
Mientras recorría la estancia en dirección hacia el reservado tras la cortina roja, pensó que la diferencia entre la noche anterior, con el local abarrotado, y ese momento… era el sonido de las copas al deslizarse sobre las tarimas de madera. Aparte de eso, la sensación de soledad y vacío que decoraba los cuatro rincones del bar eran iguales. Desubicado, muy distante de ser un ambiente cómodo para él, deseó estar lejos de allí, muy lejos, lejos del intenso aroma a humo perenne en las paredes y cortinas, lejos de aquel suelo pegajoso, fruto del alcohol derramado, lejos de la música en vinilo que no cesaba de sonar, repitiendo su ciclo una y otra vez.
Lejos de aquel lugar horrible.


Más próximo al reservado, escuchó con atención, deteniéndose a una distancia prudencial de las cortinas rojas.
Las voces le llegaron con claridad y, por mera suposición, reconoció a los dos hombres que habían estado allí la noche anterior, y a alguien más que no supo identificar.

Sin embargo, los retazos de la conversación que le llegaban no tenían significado alguno para él, ni tenían relación con la situación en la que se encontraba.
Por algún extraño motivo, había llegado a pensar que aquellos hombres ya conocían la situación de Guk. Por lo visto, no era así.

La conversación finalizó. Unos pasos empezaron a sonar en dirección a la alfombra roja. Antes de que pudiera reaccionar, un individuo enjuto, pequeño, con un traje blanco, descendió por las escaleras del reservado.
Se detuvo delante de Zelo, mirándole con sus ojos pequeños y acusadores. En seguida, una sonrisa tensó sus labios blanquecinos, revelando pequeñas cicatrices en las comisuras de su boca. Alzando la voz, exclamó:

- ¡Tale! – La saliva golpeó el rostro del joven mientras aquel individuo enano hablaba. – Hay alguien aquí que quiere verte. ¿Quieres que le deje pasar o… que le eche fuera?

Al mencionar dichas palabras, un escalofrío tensó con violencia la espina dorsal de Zelo, quien se esforzó por mantener la compostura ante la violenta mirada que le lanzaba aquel hombre vestido de traje blanco.
Un instante después, el rostro del individuo enano se paralizó en una mueca de sorpresa, mientras contemplaba a Zelo. Sin embargo, tal emoción se desvaneció cuando las palabras del hombre al que había conocido la noche anterior llegaron claras, con suavidad y seguridad el mismo tiempo:

- Déjale pasar.

Y, tras despedirse con una sutil sonrisa, el hombre del esmoquin desapareció del local.
Un instante más tarde, Zelo se internaba en el interior de la cortina roja, ante la súbita sorpresa del individuo rapado, y ante la mirada curiosa del otro hombre. Delante de ellos, descansaban dos copas de whisky medio llenas, y una tercera, vacía. Justo al lado, puros aún humeantes sobre un cenicero cubierto de manchas y ceniza.

- Siéntate. – Dijo el rapado, señalándole una silla próxima a la mesa.

El muchacho se sentó, con algo de incomodidad, al sentir sendos ojos imperiosos atravesándole.

- Relájate, muchacho. Sé por qué has venido, pero vamos a tomárnoslo con calma. – Murmuró Tale, rellenando su copa de whisky, lentamente. Luego, tomó el vaso y se lo llevó a los labios.
- ¿Sí? ¿Sabes lo de Guk y…?
- Tranquilo, hablaremos de eso más adelante. – Respondió, con suavidad, dejando la copa delante de él. Luego, llenó la copa vacía. – Whisky.
- No me apetece.
- No era una pregunta. – Empujó la copa hacia Zelo, mientras el tercer hombre sonreía, aún en silencio. – Bebe.

Y, de un solo gesto, el llamado Tale vació la copa. Luego, clavó su mirada intensa en el rostro dubitativo del joven, quien, sin demasiada decisión, bebió el whisky casi por completo, de un trago.
Cuando abandonó el vaso sobre la mesa, tosió tan violentamente que sus ojos se llenaron de lágrimas. Sintió como el pecho se le partía por la mitad, en medio de una vorágine de intenso picor. Alguien palmeó su espalda, entre risas.

- Vaya, vaya… ¿Tu primer trago? – Preguntó el calvo, tras él. Zelo asintió.
- Te harán falta más, si lo que he escuchado sobre tu amigo es cierto.

Alzando los ojos ante aquella frase, Zelo miró a Tale. Su expresión sonriente, con tintes de egolatría, invitaban a la simpatía. Mas sospechaba que aquel hombre escondía mucho más de lo que la simple y pura fachada dejaba entrever.

- ¿Qué has oído? – Inquirió. Tale le hizo un gesto al calvo, que salió del reservado.
- Algún que otro rumor, que estoy tratando de confirmar. – Respondió, dejando el vaso una vez más. – De ser ciertos… Guk está en graves problemas, muy graves.
- ¿Qué clase de problemas?
- Calma, chaval… ¿Cómo te llamabas? ¿Zico?
- Zelo. – Comentó, deslizando los dedos alrededor de su copa.
- Zelo… No quiero adelantarte más de lo necesario. – Tale llenó su copa, y luego llenó, hasta la mitad, la copa del muchacho. – Tu presencia me es indiferente, pero eres amigo de Guk. Eso no te convierte en amigo mío, pero sí en alguien que tiene mi simpatía personal, suficiente para ti. – Susurró, bebiendo una vez más. – Además, aquel hombre habló contigo, específicamente… Lo que me hace pensar en varias teorías, si los rumores son ciertos.
- Rumores que no pretendes compartir conmigo. – Tale sonrió, luego de empujar levemente el vaso hacia Zelo.

Una vez más, y con intensa dubitación, el muchacho tomó la copa entre las manos y absorbió de nuevo, cerrando los ojos y concentrándose en tratar de dejar pasar la exasperante y ardiente sensación del whisky descendiendo por su garganta. No tosió, sin embargo, esta vez, pero su boca quedó con un regusto amargo.

- De momento, vas a ayudarme con una cosa, que puede que nos acerque un poco a Guk. – Sacó un trozo de papel de su bolsillo, pasándoselo a Zelo. Una dirección y un número de teléfono. – Ve allí. Si necesitas algo, que me llamen, pero no lo hagas tú, ¿queda claro?
- Pero, ¿quién te va a…
- Tú ve allí. Aclara tus dudas. Y ayúdame en todo lo que puedas. – El calvo regresó al reservado, tomando asiento junto a Tale.

Incapaz de decir nada más, viendo que ninguno de ellos respondería a sus preguntas, Zelo se levantó. Tale levantó la mano, llamando su atención:

- Si ves a alguien con una gabardina roja, corre. – El joven ni se molestó en tratar de preguntar. – No te conviene saber más. Tú, corre, todo lo que puedas, hasta que te sientas a salvo. Alguien te ayudará.

Y, acto seguido, llenó las dos copas, que ambos individuos vaciaron, en un abrir y cerrar de ojos.
Luego, con más dudas dentro de él de las que había tenido al llegar, Zelo salió del sucio y mugriento local.

¿De qué mierda iba todo aquello?

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