Otra oportunidad. [Cap.5.]

Escritor : Unknown | Hora : 23:40 | Categorías :
Autor del fic o historia: Daniel.
Twitter: LeonheartTribal
Nombre del fic o de la historia: Otra oportunidad.
Tema: Hetero, +18, Super Junior (Leeteuk x fan), romántico, drama, serie.

-Capítulo 5.-

Jamás, nunca, repetí esas palabras a nadie, pero las grabé a fuego en mi piel. Al fin y al cabo, cada una de esas palabras cambiaron mi forma de ver el mundo. Marcaron un ante y un después en toda mi vida. Todo eso, se lo agradezco a él.
Aunque, tal vez, debería haberle amado un poco menos, con el paso del tiempo…


Y, con todos esos pensamientos en la cabeza, se guardó la cámara en la mochila, llevándose esta al hombro, y salió de la estancia.
Segundos más tardes, una vez azotase el gélido viento al contorno de su rostro, aspiró una profunda bocanada de aire. Reuniendo fuerzas lentamente, comenzó su caminata hacia una estación cercana, en donde buscaría la forma más rápida de dirigirse hacia la casa de él, aún sin saber qué se encontraría allí. ¿Tal vez él la odiase? Sería perfectamente posible… y nada reprochable. Al fin y al cabo, lo que ella hizo no se quedaba atrás de lo que hizo él. Y puede que el no fuera tan duro y despreocupado como siempre quiso aparentar.
Con miedo tensando la totalidad de su existencia, apretó el paso, pues no quería andar más tiempo del debido recorriendo aquellas calles y cuestionándose cosas que no se debería cuestionar. En el bolsillo, su teléfono sonó varias veces. Observando durante un segundo la pantalla, ignoró la llamada de su amiga Mai, pues quería concentrar todas sus palabras en él, en el encuentro que no tardaría en llegar. Para si misma, se repitió mentalmente que Mai lo entendería.
Entretanto, a la par que devolvía el teléfono a su bolsillo, silbaba con ambos dedos a uno de los taxis que estaba estacionado cerca de la estación. El vehículo se movió hasta situarse cerca de ella. Rápidamente, la muchacha, sintiendo como el teléfono vibraba en su bolsillo e ignorándolo nuevamente, indicó la dirección al conductor, para luego salir raudos en dirección a una posible reconciliación.

A su espalda, en la vivienda en la que ambas habían estado hablando, su desesperada amiga golpeaba la ventana fija de la habitación, gritando con ansiedad el nombre de Ina, una y otra vez, sintiéndose impotente al verla subir a uno de aquellos taxis, sabiendo que no podría alcanzarla corriendo. En su mano derecha, aún sujetaba el teléfono móvil, en el que rezaba el letrero de ‘‘llamada desconectada’’.

No imaginaba cuánto lamentarían ambas aquello, más tarde.


Mientras el taxi se desplazaba a través de las sinuosas vías de aquella ciudad, Ina se permitió el lujo de relajarse, suspirar lentamente y soltar todo aquello que, de algún modo, la turbaba, a través de su acompasada respiración.
Y, a sabiendas de que tardarían un poco en llegar al destino, se dejó llevar por los buenos pensamientos que sentía hacia aquel joven, por los recuerdos compartidos. Tal vez, rebuscando en la experiencia de pareja que habían experimentado los dos lograse encontrar algo para perdonarle… O tal vez no.


Y, navegando en el intranquilo mar de sus recuerdos más íntimos, halló los trozos de algo que, a medida que su enfado y decepción hacia él crecían, había ido relegando a lo más profundo de su mente. Pero, ¿cómo era posible que, de verdad, hubiera olvidado aquel momento, en el que le miró a los ojos y vio mucho más que una persona célebre, que alguien ante quien no podía articular más que un par de frases inconexas? En aquel momento, en ese recuerdo, vio a un joven de ojos pardos que le ofrecía todo cuanto tenía, y que se comportaba como aquello que necesitaba en ese instante, nada más.

Era un martes lluvioso, o eso recordaba. Rozando ya la noche, el reloj apuntaba cerca de las 9. Y ella, apresurada, acudía al encuentro que había acordado con él. No demasiado lejos de su trabajo, pero lo suficiente como para sentir que llegaba tarde, aún yendo con tiempo más que necesario.
Mientras ella pasaba al interior de la pequeña tetería, insuflaba aire caliente en sus manos al mismo tiempo que se las frotaba entre si. Tomando asiento en la misma mesa que solía ocupar, procedió a quitarse la bufanda y el abrigo, pidiendo luego una bebida caliente a la primera camarera que pasó junto a su mesa.
Después, esperó.

Los dedos crispados sobre la mesa, una mueca insistente en su rostro intranquilo, el cruce y descruce de piernas que efectuaba cada ciertos segundos… No conseguía dar con el recuerdo que daba lugar a aquella sensación de malestar por parte de ella. Pero sabía que ese día no se sentía del todo bien, y no tenía que ver con la próxima presencia de él delante de ella.

El aroma de la bebida que tenía delante de ella invadió sus fosas nasales, sus manos y la piel de las muñecas que quedaban más allá de las largas mangas de la camisa. Segundos más tarde, se deslizaba hacia lo más profundo de su garganta, proporcionándole el calor que el frío de la calle le había arrebatado.
Suspiró suavemente al sentir el peso de la bebida sobre su estómago, proporcionándole algo de serenidad momentánea.

A su lado, sonó una voz:

- Ina, ¿estás bien? – La joven giró el rostro, enfocándolo en la camarera, quien, preocupada, se había inclinado hacia la muchacha.
- Sí, claro. – Se encogió de hombros, despreocupada. – ¿Por qué?
- Pareces... – Deteniéndose un segundo para observar la mirada de Ina, respiró suavemente luego, y sonrió. – No, nada, no te preocupes. Serán imaginaciones mías.
- Hm? Adelante, puedes preguntar lo que quieras, pero estoy bien.
- Sólo confírmame que Jung Soo está bien.
- Él…

Y, con la reconocible fragancia que él proyectaba, sintió como el muchacho se acercaba desde la entrada de la cafetería hasta la mesa de ella. Saludando con un gesto a la camarera, tomó asiento delante de Ina, pidiendo lo mismo que ella.
La camarera asintió, para luego mirar a Ina, quién se encogió de hombros. Con semblante preocupado, la muchacha se alejó en busca de lo pedido por el joven.

- Perdóname. – Murmuró él, quitándose la gabardina y las orejeras, dejándose puesto los guantes y el abrigo de fina tela que cubría su cuerpo. ''Aún con aquella ropa casual, 
estaba tan guapo como en la más excitante de mis fantasías''. – Quería llegar antes, pero el trabajo me tenía atado de pies y manos. Problemas de grabación y otras cosas, ya sabes. Ni siquiera he tenido tiempo de mirar el reloj o el móvil. Salí del estudio y volé hasta aquí.
- No es necesario disculparse – Replicó ella, con una sonrisa, tras tomar otro sorbo de su bebida. – Has llegado puntual. Yo llegué antes de tiempo.
- Oh! – El joven consultó su reloj, y luego asintió, sonriendo a su vez. – Me alegra no haberte dejado esperando. Últimamente, parece que no soy capaz de llegar puntual a ninguna parte. – Tras recibir delante de él la bebida y cerrando los ojos, bebió de su taza.

Entretanto, ella contemplaba el pulcro rostro de él, más hermoso aún al natural, tan perfecto. No llevaba ni rastro de maquillaje ya, pero aún así seguía siendo perfecto.
Incluso sus imperfecciones son perfectas.

Y, dejándose llevar por esa visión, no se dio cuenta de que el descendía la taza hasta dejarla sobre la mesa, y concentraba la visión en ella.
En la faz de él se dibujó una preocupación que Ina no fue capaz de ver hasta que él le habló:

- Ina… ¿estás bien? – Inquirió, tomando una de las manos de ella. Cuando ambas pieles entraron en contacto, el vello de ella se erizó por completo.
- Sí… sí, ¿por qué? – Tratando de sonreír, sintió que la mirada de él la atravesaba, llegando más allá de lo que permitían ver los ojos. Intranquila y segura al mismo tiempo, quiso apartar la mirada. Pero lo único que alcanzaba a hacer era dejarse llevar por esa intensidad con la que él la contemplaba.
- Porque… desde que he entrado, te noto extraña. – Murmuró, en un tono de voz que simulaba algo de complicidad entre ambos. A ella le gustó aquel tono. – No sé qué es, así que tal vez me equivoque… Pero te ha pasado algo, puedo verlo… ¿Te apetece hablar de ello?

Los labios de Ina se contrajeron cuando se los mordió ligeramente, apartando por fin la mirada de él y centrándola en su bebida.
Tan escaso tiempo había pasado desde aquel primer contacto, y aquel joven…

- No tienes por qué hablar de ello si no quieres… - Bordeando los nudillos de la muchacha con la intimidad de alguien cercano, Ina no pudo sino emitir un suspiro interno. – Pero quiero que sepas que, si necesitas hablar, me tienes aquí. Incluso en medio de la noche, estaré ahí para ti, ¿vale?

Lentamente, ella movió la cabeza de arriba abajo.
Luego, habló:

- Sólo que, tal vez, no lo entenderías. – Se encogió de hombros, rodeando con una de las manos su bebida. – Así que, ¿de qué serviría?
- Hay veces que no hace falta entender nada; basta con escuchar. – Respondió él. – De cualquier manera, no sabrás si soy capaz de entenderlo o no hasta que no lo pruebes, ¿no crees? Puedes contar conmigo y confiar en mí, Ina...

Meditó durante segundos, dejando que las palabras de él penetraran hasta lo más profundo de su ser. ¿Y si él tenía razón? La mirada comprensiva del muchacho la relajó y, de inmediato… se sintió mejor.
Tras suspirar, tomó otro sorbo de la bebida. Luego, tomó, con algo de libertad, las manos de él entre las suyas.

- Es sólo que… - Calló al instante, sonriendo a medias.
- Adelante. – Dijo, proporcionándoles calor a aquellas manos suaves, tras estrecharlas con ligereza. – Estoy aquí contigo, ¿vale?

Ella asintió.
Y, poco a poco, mientras una lágrima descendía a lo largo de su mejilla, comenzó a hablar y a contarle todo lo sucedido al hermoso joven que, frente a Ina, parecía haber detenido su propio mundo sólo para que el de ella pudiera seguir girando.

Aunque, muy en el fondo de su ser, aquello la asustaba y emocionaba a partes iguales…

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