Wake me up. [Cap.6.]

Escritor : Unknown | Hora : 21:56 | Categorías :
Autor del fic o historia: Daniel. 
Twitter : @LeonheartTribal

Nombre del fic o historia: Wake me up.
Tema : Hetero, +18 , Block B [Zico x Fan] , drama, mini-serie.


-Capítulo 6.-

Allí estaba su cabello, su color de piel, tan claro… Incluso su fragancia le llegaba hasta donde se encontraba, junto a U-Kwon, a varios metros de distancia. Pero, ¿cómo era posible que aquel aroma a frutos salvajes alcanzara su sentido desde tan lejos? ¿Cómo era posible que lo percibiera? Podía recordar el champú que acostumbraba a utilizar y que el viento acompaña hacia su dirección.

Se sintió turbado y confundido. Por un lado, aquella presencia le desagradaba, pues implicaba traer a su mente las heridas, aún abiertas, que aquella persona le había provocado, no demasiado atrás en el tiempo.
Sin embargo, en la otra cara de la moneda, surgió una inesperada ansiedad por cubrir la cintura de ella, por envolver su cuerpo con el de él, enredándola en un abrazo que sirviera como precedente para pedirle perdón, perdonar, y comenzar de nuevo. ¿Sería justo eso para él, justo para ella?

En el fondo de su mente, sabía que ella no se merecía tal gesto… y él tampoco merecía volver a caer en las redes de esa arpía, de ese cuervo que le había arrancado las entrañas, arrojándolas a lo más profundo del infierno en el que aún se encontraba.
No quiso caminar más, pues los sentimientos encontrados que pululaban por su cabeza y el arremolinar en torno a él del aroma de aquella mujer le bloqueaban por completo.
Su amigo, a su lado, le miraba sin entender. Despreocupado, tal vez demasiado apático para la situación, instaba a Zico a continuar caminando.

- ¿Qué hace ella aquí? – Inquirió el joven, señalándola a ella con un vacilante gesto de la barbilla.
- ¿Ella? – Miró en dirección hacia la casa. Luego, se encogió de hombros. – Mi madre la habrá invitado, imagino.

Bajo los ojos del muchacho, la figura de la joven era aún más hermosa de lo que recordaba, más delicada. Más esbelta que la última vez que la poseyera entre sus brazos y aún con el cabello más denso, sintió derretirse por sus huesos de nuevo.
Pero, ¡de ninguna manera! No voy a caer de nuevo, esta vez no. Ya he sufrido mucho, se repetía a si mismo, con cada paso que andaba hacia aquella casa. Adelantando a U-Kwon, se dirigió paso presto hacia la muchacha, convenciéndose de lo que quería decirle, palabra por palabra.

En torno a su garganta se agolparon todas aquellas cosas que llevaba en su mente y en su corazón, y dispuesto estaba a escupirlas, una a una. Sin embargo…

No era ella.
Sí, su rostro y cuerpo eran similares. Olía igual a ella. Incluso la manera en la que el cabello se le movió del lugar cuando dio media vuelta se asemejaba mucho a la de esa mala mujer.
Pero no era ella.

Su sonrisa se ensanchó al posar los ojos sobre U-Kwon, quien la refugió en un cálido e íntimo abrazo. Luego, ambos miraron a Zico, aún perplejo.

- Zico, esta es Emma. – Ella asintió, con muda sonrisa. Ladeó el rostro ligeramente. – Ayuda a mi madre en casa, durante el tiempo que no puedo estar con ella.

Él no fue capaz de dar una respuesta coherente a la presentación. Intentando articular algo que fuera más que un balbuceo, se conformó con responderle a la sincera y encantadora sonrisa que ella prodigaba.
A modo de ángel de la guarda, la puerta de la vivienda se abrió, dando paso al rostro de la madre de U-Kwon, quién emitió un ligero chillido al reconocer a aquella mujer. Con grandes movimientos, la invitó a pasar dentro.

- ¿La ayuda desde hace mucho? – Preguntó Zico. U-Kwon asintió.
- Desde hace bastante, casi desde que tuve que dejar la ciudad. Es una de las pocas amigas reales que conserva mi madre. – El muchacho se detuvo en el umbral de la puerta, girándose y clavando una acusadora mirada en el otro joven. – Intenta no hacerla sentir incómoda. Sé lo mucho que se parece a… ella, pero trata de ver más allá de la apariencia.

La perplejidad de Zico hizo sonreír a su amigo.

- Le pedí a mi madre que le pidiera a ella que no viniera durante los días que tú y yo estemos por aquí. Su respuesta fue que nosotros estamos de vacaciones, y necesitaba a alguien que la ayudase a limpiar, ya que ella no puede con todo sola.
- Esto será un poco difícil. – Replicó.
- ¡Supéralo ya, que eres muy joven y muy guapo para andar con esas pamplinas! – Contestó la madre de U-Kwon, reapareciendo en el umbral. A pesar de su voz, su sonrisa y energía desprendían un encanto natural que al rubio le fascinaba. - ¿Os vais a quedar todo el rato ahí o vais a entrar y a hacerle la estancia más agradable a Emma?
- Perdona, madre. – Respondió su hijo, entrando. Tras él, Zico entró con una reverencia.
- ¡Estos jovenzuelos! ¡Entre que os pasáis el día pensando en el hipihopi ese de los americanos y en el sexo, no sabéis cuándo tener buenos modales!

La puerta se cerró con un estruendo.

Tímidamente, Zico avanzó hasta la cocina, en donde Emma trasteaba con los aparatos del lugar, mientras caminaba de un lado al otro.
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cinco minutos, siete minutos, desde que había entrado en la casa? Y ya se encontraba enfrascada en aquella labor. Sabía dónde estaba cada estante, cada tarro, cada utensilio… En ningún momento, llegó a bajar el ritmo del trabajo.
Zico avanzó un poco más, procurando no inquietarla con su presencia.
Al parecer, la muchacha preparaba algo de comer, pues cortaba en rodajas varias hortalizas, sobre una de las encimeras de la estancia.

De pronto, la muchacha se detuvo y, girándose, se encontró a un alucinado Zico mirándola. Él levantó la mano, a modo de tímido de saludo, a lo que ella correspondió imitando el gesto. Luego, regresó a su labor.
Intentando remediar la primera impresión, se aproximó a ella. Apoyándose en la encimera, observó como ella preparaba lo que fuera que estaba preparando.

- Siento… si antes te he molestado. No sé qué me ha pasado.

La respuesta de ella tardó en llegar, pues, durante varios segundos, siguió cortando las verduras. Dejando el cuchillo a continuación, miró al joven. Antes de replicar, él siguió hablando:

- Te he confundido con otra persona, en la que no debiera estar pensando, y por eso no te he podido saludar como es debido. Perdóname. – El joven extendió la mano derecha hacia ella. – Me llamo Zico, soy un amigo de U-Kwon.
- Yo… - Respondiendo al saludo, tomó con su delicada mano la del muchacho, sonriendo a la par. – Me llamo Emma. Un placer conocerte. Y… no te preocupes por lo de antes. Yo tampoco… sabía cómo saludar.
- Imagino que es normal. – Río el muchacho, ante lo que ella respondió con una risa suave y limpia como el cristal. Él avanzó hasta donde ella se encontraba y, con un gesto suave, señaló las hortalizas cortadas. - ¿Qué preparas?
- Un plato occidental. – Rápidamente, dijo un término en un idioma extranjero que él no alcanzó a entender. Ella se rio, al ver la cara de perplejidad del muchacho. – No te preocupes. Sabe mejor de lo que suena. Espero que os guste.

Mientras ella retornaba a deslizar el cuchillo sobre las hortalizas y demás, él la observó. Sus manos, suaves; su delicadeza a la hora de preparar la cena… Además, tenía un tono de voz que le agradaba, a diferencia de la que fuera su ex. Incluso sus palabras sonaban un grado más amable, como si pusiera mucho cuidado en elegirlas y expresarlas.
Que chica más increíble, se permitió pensar.

La cena prometía bastante, visto lo visto.
Extrañamente, en aquel momento junto a Emma, se sintió extrañamente… bien.

google+

linkedin