Otra oportunidad. [Cap.1.]

Escritor : Unknown | Hora : 16:14 | Categorías :
Autor del fic o historia: Daniel.
Twitter: LeonheartTribal.
Nombre del fic o historia: Otra oportunidad.
Tema: Hetero, +18, [Super Junior (Leeteuk x fan.)] , romántico, drama, serie.


-Capítulo 1.-

El sol relucía con algo extraño que no sabía definir, marcando una estela dorada en medio de un marco azul que se extendía en todas direcciones. Ninguna nube a la vista, ningún avión que entorpeciera la visión del manto celeste sobre ella. Algún ave esporádica atravesaba aquel espejo añil translúcido, que no era más que el reflejo de su alma, optimista y alegre en ese instante. Pero, ¿por qué esa energía? ¿Por qué semejante alegría?


Sin saberlo, el autobús se detuvo a escasos centímetros de la acera, delante de ella. Y, de nuevo, dirigió los ojos hacia su propio coche, aparcado en el otro lado de la calzada. Una vez más, deshecho la idea de tomarlo, pues, por aquella ocasión, quería sentirse libre de ataduras y de cualquier tipo de responsabilidad de ese nivel.
El conductor del autobús la instó a darse prisa. Un escueto perdone fue la respuesta que el hombre obtuvo, mientras ella accedía al interior del vehículo. Tras depositar un par de monedas en la palma de aquel señor, se dirigió con paso rápido a la parte trasera del autobús, lo más cerca posible de la salida trasera.
Suspiró calmadamente, ya refugiada en el amparo que le ofrecían las ruedas de aquel enorme vehículo, cuya fricción contra el asfalto producían un suave y continuo sonido que le relajaba. A través de la ventana, veía un paisaje más que familiar, reluciendo bajo los brillantes rayos del sol.
Inconscientemente, no podía dejar de reparar en que todo poseía una iluminación especial aquel día, como más… hermoso.
Ella misma, en cierto modo, se sentía resplandeciente, algo que no ocurría desde hacía muchos años.
En lo más profundo de su ser, pensaba que algo bueno le iba a ocurrir, algo positivo.

El autobús detenía su avance de cuando en cuando, recogiendo y soltando gente. La única que permanecía allí, sin apartar la vista de la ventana, era ella, sumida en sus propios pensamientos.
El día prometía bastante. Independientemente de cómo se sintiera, una llamada a una hora obscenamente temprana le había confirmado que aquel día sería diferente. Y, ¿cómo iba a negarse?

El teléfono repiqueteo una, dos, tres veces. Sin apresurarse, lo sacó de su mochila, descolgando y llevándoselo a su oreja.
Con respuestas rápidas y breves, confirmo que no tardaría en llegar, pues el autobús se acercaba a la parada de destino. Un escueto nos vemos ahora precedió a colgar la llamada, con una sonrisa torciendo sus labios. Guardó el teléfono y, una vez más, se dijo a si misma que sí sería un gran día.

Cuando el autobús se detuvo, descendió por las escaleras y subió a la acera.
Ese punto era el lugar en el que la recogerían, por lo que, con la mochila enganchada a uno de sus hombros, se decidió a esperar pacientemente.
A pesar de estar el banco de la parada libre, prefirió mantenerse en pie. Después de la travesía en el vehículo, necesitaba mantener las piernas estiradas.

De pronto, algo la golpeó en el hombro, aventando su mochila al suelo. Un crack sonó en el interior de ella, ante el cual la joven palideció. Se agachó, rápidamente, a recogerla. Iba a abrirla, pero una voz hizo que desviara la mirada.

El sol, tras la persona de la que provenía aquella voz, hacia que no viera más que una silueta en donde debiera haber alguien. Incluso tapándose los ojos con la mano, no conseguía diferenciar a aquella sombra. Rápidamente, recogió la maleta, y se enderezó.
Un instante después, depositaba los ojos en aquel individuo, que sonreía amablemente, con el rostro algo inclinado hacia abajo. Repetía una y otra vez la misma palabra, pero ella no lograba entenderle, aunque el idioma se le hacía familiar. Y, en aquella posición, aún no distinguía el rostro del muchacho. Al menos, había conseguido diferenciar su género y su nacionalidad.
Pero… Un momento, pensó ella, buscando la posición en la que el sol no la golpeara salvajemente, para poder contemplar al joven mejor.
No puede ser, repetía mentalmente, una vez diferenció su complexión, sus rasgos, y sus ojos orientales.
No… no lo puedo creer…

Tragó saliva profundamente… mientras el corazón le daba un intenso vuelco.
Verdaderamente, aquel estaba siendo un día increíble.

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