Autora del fic o historia: Maite
Twitter : @Maiseo94
Nombre del fic o historia: Valhöll.
Tema : Hetero, fantástico, romántico, +18. -Prólogo.-
Caminó por aquella calle tan oscura y solitaria, mirando a sus alrededores, teniendo aún esa esperanza de que hubiera alguien, pero como siempre, no había nadie. No había un alma por esas calles, por las que antes había cientos de ellos, cientos de aquellos inmortales que desbordaban diversión, rabia, alegría u odio. Suspiró y miró hacia el suelo. Erin había decidido que esa sería la última vez que pasaría por allí. La última vez que creería que habrían más como ella por esa zona.
Salió de aquella calle corriendo, dejando que rayos cayeran del cielo, expresando su tristeza. No quería deprimirse más, no quería pensar más que era la única inmortal que quedaba. No quería quedarse allí.
Corrió hasta las zonas habitadas por aquellos seres mortales, aquellos seres tan débiles, y se camufló entre la multitud. Oía perfectamente todas las conversaciones, gran parte de ellas comentaban su día a día. No había nada interesante que oír.
Suspiró y se dirigió como cada noche hacia al ''Valhöll''. Antiguamente estaba plagado de inmortales diferentes, como demonios, vampiros, bersekers, ninfas, hombres-lobo, druidas, elfos entre otras criaturas, pero ahora estaba completamente vacío.
Entró por la puerta trasera del bar. Estaba oscuro y descuidado. Caminó entre las sillas y mesas que estaban tiradas por el suelo, como no, debido a los ataques de furia que había tenido. Sabía que esa sería la última vez que podría estar ahí dentro. Recordó a todos los inmortales, disfrutando del alcohol y de la música. Sabía que abandonar ese lugar sería borrar parte de sus recuerdos con Bryana, su mejor amiga, su hermana, aquella que había perdido en la guerra de los inmortales, en el Ragnarök.
Pero como si no fuera bastante el arrebatarle a su mejor amiga, también había notado que los que quedaban vivos decidieran mudarse por el hecho de que, aquella vez, se hubiera abierto el portal en Berlín.
Miró al techo del bar y dejó que una lágrima se le escapara, para después seguirla otra y otra. Oyó como rayos caían fuera y dejó que uno de aquellos gritos desgarradores saliera de su interior.
Ya era hora de irse de Berlín, para volver de nuevo a Londres.