Autor del fic o historia: Daniel.
Twitter : @LeonheartTribal
-Capítulo 3.-
U-Kwon le llevó a través de las callejuelas oscuras de aquella ciudad, llevándole a un lugar que, todavía, desconocía. Su amigo no había pronunciado palabra en todo el trayecto, pues parecía tener algo de prisa, por lo que él no dijo nada. De cualquier manera, la ciudad a aquellas horas era hermosa, más hermosa de lo que hubiera pensado.
A pesar de haber estado allí antes, no recordaba nada de aquel sitio, como si su mente lo hubiera borrado. Ni siquiera tenía en mente a alguien de aquel lugar, exceptuando al propio U-Kwon y a su familia.
El sol despuntaba al alba , pero aún no alcanzaba a ver más que sus breves rayos avecinándose por encima de los edificios. Lejos del amanecer todavía, se inquietaba porque aún no parecían llegar a su destino. Tras alcanzar una zona de seguridad cuestionable de aquella ciudad, U-Kwon pareció relajarse repentinamente, ralentizando su paseo tan nervioso.
- ¿Cuánto nos queda? - Inquirió Zico, adelantando su paso hasta situarse a la altura de su amigo.
- No demasiado. - Respondió, sonriéndole. - No recuerdas nada de cuando estuviste aquí, ¿verdad?
- Absolutamente nada. Esbozos de cosas... Pero nada importante, ¿por qué?-
U-Kwon se encogió de hombros, tomando el camino de un callejón secundario. Al fondo, una puerta de metal y una pared de ladrillos.
Se aproximaron a la puerta de metal. U-Kwon tocó tres veces, pidiéndole a Zico que se alejará un poco. Esperaron durante varios segundos.
La puerta se abrió, con un intenso chirrido, dando paso a un joven de piel oscura, mucho más alto que ellos dos.
Tenía los brazos llenos de tatuajes ligeramente verdosos. Tanto en sus labios, como en la nariz, cejas y orejas, llevaba pendientes dorados. Los musculos se le marcaban tras la pálida camisa blanca. Sin embargo, pese a su aspecto intimidante, su sonrisa era agradablemente abierta. Y más se ensanchó aún al ver a U-Kwon.
- ¡Mira quién ha regresado! - Murmuró, con una voz tan profunda que hizo que a Zico se le helase la sangre del cuerpo. Envolvió en un gigantesco abrazo a U-Kwon, abrazo que este correspondió con sorprente ternura.
- ¡Me alegra verte, Jamal! - Le replicó U-Kwon, golpeándose ligeramente en el brazo. Jamal se acarició la nuca, con una timidez que sorprendía en un hombre de tal tamaño.
- Sabes que nadie me llama Jamal, salvo mi madre.-
De pronto, aquel hombre reparó en la presencia de Zico, tras el otro joven. Levantó una ceja, y lo contempló con una mirada extraña. Sin embargo, le sonrió un instante después. Tenía una dentadura practicamente perfecta.
- Zico, ¿verdad? - El joven rubio se sorprendió ante la mención de su nombre. - Nos vimos la última vez que estuviste aquí, pero fue tan fugazmente que no tuve tiempo de presentarme. - Tendió una mano hacia él, una mano tatuada. - Puedes llamarme Jamal si quieres, pero aquí me suelen llamar Buba.-
- ¿Buba? - Preguntó él, estrechando aquella mano. Un apretón ligeramente blando.
- Apodo de infancia. - Se encogió de hombros, restándole importancia. - ¿Por qué no pasáis dentro? Estábamos jugando a las cartas cuando habéis tocado.-
Entraron dentro del edificio. Tras ellos, Buba cerró la puerta, y luego se situó a la cabeza de la comitiva.
En el pasillo que quedaba delante de ellos, la iluminación era suave, casi inexistente, sólo lograda por los focos de luz que colgaban del techo y que parpadeaban de vez en cuando. El aire era denso, mucho más denso de lo normal, y el olor... Humedad, sitio cerrado, deshechos humanos... No le agradaba, pero era soportable hasta cierto punto.
Recorriendo el pasillo, reparó en las puertas semiabiertas a ambos lados. Nadie parecía habitar aquellas habitaciones.
- Es un edificio abandonado. - Murmuró U-Kwon, al ver la expresión de Zico. - Uno de esos que han desalojado en algún momento y lo han dejado a su suerte. En las plantas superiores todavía hay algunas familias, aprovechándose de que todavía mantienen la luz. En esta planta, no vive nadie.-
- Salvo nosotros, que las utilizamos cuando queremos... alejarnos de todo. - Murmuró Buba, mirando ligeramente por encima de su hombro. - Es un lugar perfecto para estar sólo en compañía de los amigos, sin problemas que vengan del exterior.-
Zico asintió, comprendiendo y guardando silencio.
A lo lejos, en una de las puertas, escuchó música americana. Algo de rap americano que no supo identificar.
Entretanto, U-Kwon se adelantó y comenzó a hablar con Buba. Zico se mantuvo a la escucha, sin dejar de contemplar las habitaciones que iban dejando atrás. Aún había objetos algo dentro de ellas, pero la mayor parte estaban desocupadas.
- ¿Quiénes están aquí?-
- Jason y Amy, nadie más. - Respondió, deteniéndose junto a la puerta tras la que sonaba música. - Después de lo que sucedió con Tyler, es raro que nos reunamos con alguien más, ya sabes.-
- Algún día me lo tendréis que contar. - Apuntó U-Kwon, pasando delante de Buba y deslizándose dentro de la habitación.
Aquel gigante de piel oscura suspiró, ensombreciéndose su mirada y suspirando profundamente. De pronto, pareció más hundido de lo normal, más demacrado, más... ¿deprimido?
- Algún día...-
Él y Zico pasaron dentro de la habitación.
Era una pequeña sala, con algo más de orden que el resto de habitaciones. Sin embargo, los muebles estaban rotos y llenos de polvo. Pese a eso, la estancia estaba decorada con una cierta gracia. Incluso olía bien, mejor de lo que se podía decir de aquel pasillo.
Las paredes, allí donde se adivinaba un desgaste en la pintura o una rotura en la pared, estaban cubiertas con posters y cuadros. A la altura del suelo de una de las paredes, un macetero rectangular con algunas pequeñas plantas.
Al fondo de la habitación, una ventana ligeramente grande. No había habitaciones contiguas. Sólo aquella sala.
Alrededor de una mesa circular colocada en medio de la habitación, se encontraban un chico y una chica. Él era alto, de cabello rubio y largo, de piel morena. Sus ojos verdes eran intensos y penetradores, tanto que Zico sintió que le atravesaban y analizaban cuando se acercó a la pareja. Vestía con camisa surfera y pantalones cortos, ligeramente rotos por ciertas zonas. No sonrió cuando Zico le saludó.
Ella era baja, de complexión media y cabello de varios colores. Destacaba un mechón púrpura en el centro de su cabello, que moría en una larga cola de caballo que llegaba a la altura de su cadera. El brazo derecho tatuado, tres piercings en la oreja y una expresión amable en su rostro era lo que más la hacía destacar. Aunque, por encima de esas características, estaban sus ojos occidentales, ovalados.
- Tú debes de ser Zico. - Dijo la joven, levantándose de la silla y saludando al joven. Él le correspondió al saludo. Desprendía un ligero aroma silvestre, como a rosas. Al muchacho le extrañó que oliera de esa manera, pues en las entrañas de aquel edificio todo parecía desprender un aroma pestilente, exceptuando el desagradable, pero acostumbrable, aroma de aquella habitación. - Amy.-
- Tu cara me es familiar, Amy. - Comentó él, ante lo que ella sonrió.
- Nos conocimos la última vez que estuviste aquí. Fue hace mucho, así que entiendo que me hayas olvidado. - Luego, la joven se giró hacia U-Kwon, sentado en una de las sillas. - ¿Cuánto os vais a quedar?-
- Lo que haga falta, enana. - Respondió, alzando una ceja. Amy pareció enrojecer de la rabia.
- ¡No me llames enana!-
- Calma, chicos, calma. - Se apresuró Buba a decir, alzando los brazos y poniéndose entre ambos. Sin embargo, el gigante sonreía. - Tengamos un reencuentro bonito.-
Entretanto, el que debía ser Jason miraba a Zico. Él no se había fijado en el otro joven mientras saludaba a Amy, pero una vez ella empezara a discutir con U-Kwon, no pudo evitar sentir la molesta mirada que Jason le dirigía. Como acusándole de algo.
Un instante después, Jason pasaba junto a Zico, golpeándole con el hombro y aventándole al suelo. Desapareció a lo largo del pasillo.
A los pocos segundos, escucharon la puerta de metal cerrarse.
Buba ayudó a Zico a incorporarse.
- Pero, ¿qué le pasa a ese tío? - Preguntó el rubio, mirando a los demás presentes.
- No le gustan las visitas de extraños. - Dijo Amy. En seguida, miró a Zico, disculpándose. - No te ofendas. Desde lo de Tyler, no ve con buenos ojos que nos visite nadie.-
- Creo que es el momento de una buena historia...-
U-Kwon apoyó los pies sobre la mesa y miró a Buba y a la joven. Los dos suspiraron, asintiendo.
- Iré a hablar con Jason. Buba, te encargas tú.-
- Como quieras, Amy...-
La joven salió. Escucharon la puerta de metal.
Buba se relajó, pidió a Zico que tomara asiento. Este lo hizo, interesado repentinamente por todo aquel secretismo en relación al llamado ''Tyler''.
- Escuchadme con atención, porque no es algo que me guste contar. Pero lo haré, sólo para que veáis hasta que punto confío en vosotros... - Suspiró.
Un instante después, comenzó a hablar...
Twitter : @LeonheartTribal
Nombre del fic o historia: Wake me up.
Tema : Hetero, +18 , Block B [Zico x Fan] , drama, mini-serie.
-Capítulo 3.-
U-Kwon le llevó a través de las callejuelas oscuras de aquella ciudad, llevándole a un lugar que, todavía, desconocía. Su amigo no había pronunciado palabra en todo el trayecto, pues parecía tener algo de prisa, por lo que él no dijo nada. De cualquier manera, la ciudad a aquellas horas era hermosa, más hermosa de lo que hubiera pensado.
A pesar de haber estado allí antes, no recordaba nada de aquel sitio, como si su mente lo hubiera borrado. Ni siquiera tenía en mente a alguien de aquel lugar, exceptuando al propio U-Kwon y a su familia.
El sol despuntaba al alba , pero aún no alcanzaba a ver más que sus breves rayos avecinándose por encima de los edificios. Lejos del amanecer todavía, se inquietaba porque aún no parecían llegar a su destino. Tras alcanzar una zona de seguridad cuestionable de aquella ciudad, U-Kwon pareció relajarse repentinamente, ralentizando su paseo tan nervioso.
- ¿Cuánto nos queda? - Inquirió Zico, adelantando su paso hasta situarse a la altura de su amigo.
- No demasiado. - Respondió, sonriéndole. - No recuerdas nada de cuando estuviste aquí, ¿verdad?
- Absolutamente nada. Esbozos de cosas... Pero nada importante, ¿por qué?-
U-Kwon se encogió de hombros, tomando el camino de un callejón secundario. Al fondo, una puerta de metal y una pared de ladrillos.
Se aproximaron a la puerta de metal. U-Kwon tocó tres veces, pidiéndole a Zico que se alejará un poco. Esperaron durante varios segundos.
La puerta se abrió, con un intenso chirrido, dando paso a un joven de piel oscura, mucho más alto que ellos dos.
Tenía los brazos llenos de tatuajes ligeramente verdosos. Tanto en sus labios, como en la nariz, cejas y orejas, llevaba pendientes dorados. Los musculos se le marcaban tras la pálida camisa blanca. Sin embargo, pese a su aspecto intimidante, su sonrisa era agradablemente abierta. Y más se ensanchó aún al ver a U-Kwon.
- ¡Mira quién ha regresado! - Murmuró, con una voz tan profunda que hizo que a Zico se le helase la sangre del cuerpo. Envolvió en un gigantesco abrazo a U-Kwon, abrazo que este correspondió con sorprente ternura.
- ¡Me alegra verte, Jamal! - Le replicó U-Kwon, golpeándose ligeramente en el brazo. Jamal se acarició la nuca, con una timidez que sorprendía en un hombre de tal tamaño.
- Sabes que nadie me llama Jamal, salvo mi madre.-
De pronto, aquel hombre reparó en la presencia de Zico, tras el otro joven. Levantó una ceja, y lo contempló con una mirada extraña. Sin embargo, le sonrió un instante después. Tenía una dentadura practicamente perfecta.
- Zico, ¿verdad? - El joven rubio se sorprendió ante la mención de su nombre. - Nos vimos la última vez que estuviste aquí, pero fue tan fugazmente que no tuve tiempo de presentarme. - Tendió una mano hacia él, una mano tatuada. - Puedes llamarme Jamal si quieres, pero aquí me suelen llamar Buba.-
- ¿Buba? - Preguntó él, estrechando aquella mano. Un apretón ligeramente blando.
- Apodo de infancia. - Se encogió de hombros, restándole importancia. - ¿Por qué no pasáis dentro? Estábamos jugando a las cartas cuando habéis tocado.-
Entraron dentro del edificio. Tras ellos, Buba cerró la puerta, y luego se situó a la cabeza de la comitiva.
En el pasillo que quedaba delante de ellos, la iluminación era suave, casi inexistente, sólo lograda por los focos de luz que colgaban del techo y que parpadeaban de vez en cuando. El aire era denso, mucho más denso de lo normal, y el olor... Humedad, sitio cerrado, deshechos humanos... No le agradaba, pero era soportable hasta cierto punto.
Recorriendo el pasillo, reparó en las puertas semiabiertas a ambos lados. Nadie parecía habitar aquellas habitaciones.
- Es un edificio abandonado. - Murmuró U-Kwon, al ver la expresión de Zico. - Uno de esos que han desalojado en algún momento y lo han dejado a su suerte. En las plantas superiores todavía hay algunas familias, aprovechándose de que todavía mantienen la luz. En esta planta, no vive nadie.-
- Salvo nosotros, que las utilizamos cuando queremos... alejarnos de todo. - Murmuró Buba, mirando ligeramente por encima de su hombro. - Es un lugar perfecto para estar sólo en compañía de los amigos, sin problemas que vengan del exterior.-
Zico asintió, comprendiendo y guardando silencio.
A lo lejos, en una de las puertas, escuchó música americana. Algo de rap americano que no supo identificar.
Entretanto, U-Kwon se adelantó y comenzó a hablar con Buba. Zico se mantuvo a la escucha, sin dejar de contemplar las habitaciones que iban dejando atrás. Aún había objetos algo dentro de ellas, pero la mayor parte estaban desocupadas.
- ¿Quiénes están aquí?-
- Jason y Amy, nadie más. - Respondió, deteniéndose junto a la puerta tras la que sonaba música. - Después de lo que sucedió con Tyler, es raro que nos reunamos con alguien más, ya sabes.-
- Algún día me lo tendréis que contar. - Apuntó U-Kwon, pasando delante de Buba y deslizándose dentro de la habitación.
Aquel gigante de piel oscura suspiró, ensombreciéndose su mirada y suspirando profundamente. De pronto, pareció más hundido de lo normal, más demacrado, más... ¿deprimido?
- Algún día...-
Él y Zico pasaron dentro de la habitación.
Era una pequeña sala, con algo más de orden que el resto de habitaciones. Sin embargo, los muebles estaban rotos y llenos de polvo. Pese a eso, la estancia estaba decorada con una cierta gracia. Incluso olía bien, mejor de lo que se podía decir de aquel pasillo.
Las paredes, allí donde se adivinaba un desgaste en la pintura o una rotura en la pared, estaban cubiertas con posters y cuadros. A la altura del suelo de una de las paredes, un macetero rectangular con algunas pequeñas plantas.
Al fondo de la habitación, una ventana ligeramente grande. No había habitaciones contiguas. Sólo aquella sala.
Alrededor de una mesa circular colocada en medio de la habitación, se encontraban un chico y una chica. Él era alto, de cabello rubio y largo, de piel morena. Sus ojos verdes eran intensos y penetradores, tanto que Zico sintió que le atravesaban y analizaban cuando se acercó a la pareja. Vestía con camisa surfera y pantalones cortos, ligeramente rotos por ciertas zonas. No sonrió cuando Zico le saludó.
Ella era baja, de complexión media y cabello de varios colores. Destacaba un mechón púrpura en el centro de su cabello, que moría en una larga cola de caballo que llegaba a la altura de su cadera. El brazo derecho tatuado, tres piercings en la oreja y una expresión amable en su rostro era lo que más la hacía destacar. Aunque, por encima de esas características, estaban sus ojos occidentales, ovalados.
- Tú debes de ser Zico. - Dijo la joven, levantándose de la silla y saludando al joven. Él le correspondió al saludo. Desprendía un ligero aroma silvestre, como a rosas. Al muchacho le extrañó que oliera de esa manera, pues en las entrañas de aquel edificio todo parecía desprender un aroma pestilente, exceptuando el desagradable, pero acostumbrable, aroma de aquella habitación. - Amy.-
- Tu cara me es familiar, Amy. - Comentó él, ante lo que ella sonrió.
- Nos conocimos la última vez que estuviste aquí. Fue hace mucho, así que entiendo que me hayas olvidado. - Luego, la joven se giró hacia U-Kwon, sentado en una de las sillas. - ¿Cuánto os vais a quedar?-
- Lo que haga falta, enana. - Respondió, alzando una ceja. Amy pareció enrojecer de la rabia.
- ¡No me llames enana!-
- Calma, chicos, calma. - Se apresuró Buba a decir, alzando los brazos y poniéndose entre ambos. Sin embargo, el gigante sonreía. - Tengamos un reencuentro bonito.-
Entretanto, el que debía ser Jason miraba a Zico. Él no se había fijado en el otro joven mientras saludaba a Amy, pero una vez ella empezara a discutir con U-Kwon, no pudo evitar sentir la molesta mirada que Jason le dirigía. Como acusándole de algo.
Un instante después, Jason pasaba junto a Zico, golpeándole con el hombro y aventándole al suelo. Desapareció a lo largo del pasillo.
A los pocos segundos, escucharon la puerta de metal cerrarse.
Buba ayudó a Zico a incorporarse.
- Pero, ¿qué le pasa a ese tío? - Preguntó el rubio, mirando a los demás presentes.
- No le gustan las visitas de extraños. - Dijo Amy. En seguida, miró a Zico, disculpándose. - No te ofendas. Desde lo de Tyler, no ve con buenos ojos que nos visite nadie.-
- Creo que es el momento de una buena historia...-
U-Kwon apoyó los pies sobre la mesa y miró a Buba y a la joven. Los dos suspiraron, asintiendo.
- Iré a hablar con Jason. Buba, te encargas tú.-
- Como quieras, Amy...-
La joven salió. Escucharon la puerta de metal.
Buba se relajó, pidió a Zico que tomara asiento. Este lo hizo, interesado repentinamente por todo aquel secretismo en relación al llamado ''Tyler''.
- Escuchadme con atención, porque no es algo que me guste contar. Pero lo haré, sólo para que veáis hasta que punto confío en vosotros... - Suspiró.
Un instante después, comenzó a hablar...