I'm back. [One-Shot.]

Escritor : Unknown | Hora : 21:27 | Categorías :
Autora del fic o one-shot: Daniel.

Twitter : @LeonheartTribal
Nombre del fic o one-shot: I'm back.
Tema : Super Junior [Heechul.], evento.


Tenía que admitirlo: estaba nervioso, tremendamente nervioso.
Ajustando en torno a su pecho los botones del uniforme, sonreía. Aquello que había esperado durante tanto tiempo estaba a punto de llegar... y no podía sentirse más dichoso.
Exclamaciones de la multitud que residía fuera del edificio le hicieron sonrojarse violentamente. Sin embargo, se esforzaría por ocultar aquel nerviosismo que cruzaba su cuerpo y mostrar lo mejor de si mismo. Sabía que había muchísimas personas que, como él, esperaban que ese día llegaría.


Alguien acudió a buscarlo, un hombre uniformado con expresión seria.

- ¿Estás preparado? - Él asintió vigorosamente, sin decir nada.

Cogió un bolso grande y de un suave color oliváceo que reposaba sobre su camastro. Se lo echó sobre el hombro. Tras enderezarse completamente y mirar al visitante, se llevó una mano a la frente, juntando ambos pies con energía. El otro individuo le respondió de la misma forma y, acto seguido, su expresión se relajó notoriamente.

- Te echaremos de menos aquí, Heechul, ya lo sabes. - Murmuró aquel hombre. Heechul no pudo sino bajar la mirada. Los ojos se le habían humedecido tan rápidamente que no pudo sino apartar los ojos de su capitán, aún a sabiendas de que era una falta de respeto. Sin embargo, emocionado como estaba por volver a ver a sus padres, a su familia, a sus amigos, no podía sino sentirse exageradamente dichoso.
- Mis disculpas, capitán.
- No son necesarias. - El capitán se hizo a un lado, mostrándole el pasillo que quedaba fuera de esa estancia.

La algarabía que sonaba en el exterior le rompió el corazón. Quería una despedida del ejército algo disimulada y discreta... Pero, en aquel instante en que salía de su habitación y sentía el clamor de la gente a través de las paredes del edificio, quiso que aquella gente que coreaba su nombre no se separaran nunca de su lado. Al fin y al cabo, les debía todo.
En el largo pasillo, una docena de hombres, a ambos lados, se orientaron hacia él, se llevaron una de las manos a la frente, y juntaron los pies con fuerza. Él respondió con el mismo saludo, enarbolando una amplia sonrisa. Poco a poco, la coraza de seriedad que había ido levantando a lo largo de aquel tiempo, se iba derrumbando...
Recorrió el pasillo. A un lado, tras los soldados que le despedían, y a través de las ventanas, vió a todas aquellas personas que habían montado guardia esperando su regreso. Algunos estaban sentados, los que tenían más edad; otros, la gran mayoría, de pie. Miraban hacia la puerta por la que debía de salir. Entre el centenar de gente, distinguió a algunas personas llorando.
Llegaba el final del pasillo. Y, al otro lado... regresaba a su vida.

El sol acarició la piel que quedaba al descubierto cuando hubo salido. Quemaba bastante, pero la suave brisa que se avecinaba desde una dirección que no supo aclarar conseguía evadir el calor que sentía.
Al principio, no logró ver nada más que un destello blanco, propiciado por la potente luz del sol. Sin embargo, se mantuvo inmóvil, descendiendo un poco la mirada. Cuando recuperó la visión, y la levantó, dirigiéndola hacia aquellas personas que lo esperaban, gritos de emoción provenientes de la multitud hicieron que su corazón se fragmentara en trozos. Sonrió ampliamente, pero tenía que resistir y controlar la emoción que se avecinaba.

Se giró hacia su izquierda, saludó a su capitán una vez más. Luego, a todos los soldados que tenía alrededor. Todos le sonreían. Él les correspondió como debía.
Se sintió libre. Ya estaba fuera.
La multitud le acogió con gritos de animo, aliento, amor y amistad. Dichoso, sintió que una lágrima descorría por su mejilla cuando vio a dos personas acercándose con lentitud desde el centro de la multitud: sus padres.
Cuando llegaron a su altura, les hizo la reverencia más profunda que nunca hubiera hecho y, emocionado como estaba, no pudo sino lanzarse a los brazos de ambos luego.
Pero la sorpresa más grande estaba por llegar.
O, al menos, la sorpresa que el menos se esperaba.
Sus padres señalaron en una dirección, lejos de la multitud.
Él se giró hacia aquella dirección...

Todos, todo Super Junior le estaba esperando. De sus manos colgaba un amplio cartel con la frase ''bienvenido a casa'' escrita con trazos enormes y llenos de color.
Sus ojos se humedecieron intensamente.
Se fueron acercando.
Cada uno de sus compañeros se situó alrededor de él y le envolvieron en un abrazo tan intenso que sintió como varias lágrimas se escapaban de las cuencas de sus ojos y caían al suelo. Sus amigos, sus colegas de batalla, habían logrado romper la coraza que tanto le había costado forjar. Ellos también lloraban.
Le susurraban palabras de ánimo. No sabía quién le hablaba, porque todos a la vez intentaban hacer que se sintiera parte de ellos de nuevo. Frases como ''te echábamos de menos'', ''gracias por volver a nuestras vidas'', ''te mataré por hacerme llorar'', ''dame un beso, Heechul, que los he echado de menos'', abundaban hasta el punto de hacerle sonreír y llorar de emoción.

Después de dos largos años, por fin se podía sentir parte de la familia de nuevo.
Y, con toda seguridad, no volvería a apartarse de ellos nunca.

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