Autora del one-shot o mini-serie: Dani.
Twitter : @LeonheartTribal
Nombre del one-shot o mini-serie: Happy birthday.
Tema : Drama, MYNAME.
Tendió un par de
monedas al vendedor, que las recogió con una mueca triste. Se guardó las
monedas al bolsillo, y luego le entregó una rosa al muchacho rubio, que, sin
decir nada, se echó a caminar calle arriba, llevando la delicada rosa entre los
dedos.
El sol quedaba opacado, sumido en unas nubes grises que apenas dejaban escapar escasos rayos de luz. Durante tantos días había llovido que, incluso tan poco sol, era de agradecer.
Siguió andando, incansable. El cumpleaños de su padre era algo que le motivaba a seguir caminando, incluso aunque aquella cuesta se inclinara cada vez.
Una gota de sudor apareció en su frente y, por un instante, quiso que el sol no se abriera paso entre las nubes. Su padre, por otro lado, seguramente querría ver brillar el sol.
Al final de la calle, había una panda de jóvenes que conversaban animadamente. Su idea fue pasar al lado de ellos sin que reparan en su presencia, aún siendo lo más cercano que podía llamar ''amigos''. Sin embargo, el más joven de todos, se acercó a él, siempre sonriente:
- Ey, Insoo, ¿cómo estás? ¿No nos has visto? - Creo que ha quedado claro que no tenía ganas de hablar con vosotros, pensó él. Se encogió de hombros.
- Déjale, Kim. Tendrá sus cosas que hacer hoy. - El comentario pareció algo burlón, pero lo dejó pasar. - ¿Qué es eso que llevas, Insoo?
- Hm... - Él dudó antes de responder. - Es una rosa. - Evidentemente, pensó.
- No nos tomes por tontos. - Comentó otro de los muchachos.
- Es un regalo, nada más. - Quería terminar con aquella conversación en seguida, e ir a ver a su padre.
En el cielo, apareció un haz de luz algo más grande. Él se impacientó, pues no quería llegar tarde.
- ¿Para quién? ¿Tu novia? - El más pequeño le miró, con una mueca sarcástica. Insoo le miró con algo de asco y lástima. Sin embargo, aquel muchacho no reparó en el gesto.
- No, es para mi padre.
Sabía lo que sucedería al decirlo, pues no era la primera vez que se reían de él por aquello. Los comentarios que salieron de las bocas de cada uno de aquellos muchachos se le hicieron tan repetidos que intentó no prestarles atención. Inconscientemente, varias de sus palabras llegaron a sus oídos, pese a los esfuerzos que hacía por ignorarlos.
Apretó los dientes y giró el rostro, reteniendo en lo más profundo de su alma las ganas que sentía de golpear a aquella panda de adolescentes inmaduros.
Suspiró.
Una. Dos. Tres veces.
Ignorando los repetitivos comentarios, las bromas y las ironías de aquel grupo, siguió su andadura, calle arriba, mientras ellos seguían riendo y cuestionando la homosexualidad de su padre. La mano que no portaba la rosa se crispó, pero luchó por apaciguar sus ánimos.
Giró a los pocos minutos, y continuó hacia el lugar en el que estaba su padre, al aire libre, como a él le gustaba. No hacía demasiado sol, pero se sintió conforme.
Alcanzó el lugar donde se encontraba, donde le estaba esperando, un íntimo paraje secundado por dos árboles gemelos. Desde allí, la puesta y la salida del sol se podían observar perfectamente.
Una lágrima de emoción apareció en sus ojos, recorriendo su mejilla y muriendo más abajo de su barbilla.
- Hola, papá...
Al instante siguiente, dejó caer la rosa junto a la lápida que tenía delante, mientras el sol se abría paso entre las nubes grises...
El sol quedaba opacado, sumido en unas nubes grises que apenas dejaban escapar escasos rayos de luz. Durante tantos días había llovido que, incluso tan poco sol, era de agradecer.
Siguió andando, incansable. El cumpleaños de su padre era algo que le motivaba a seguir caminando, incluso aunque aquella cuesta se inclinara cada vez.
Una gota de sudor apareció en su frente y, por un instante, quiso que el sol no se abriera paso entre las nubes. Su padre, por otro lado, seguramente querría ver brillar el sol.
Al final de la calle, había una panda de jóvenes que conversaban animadamente. Su idea fue pasar al lado de ellos sin que reparan en su presencia, aún siendo lo más cercano que podía llamar ''amigos''. Sin embargo, el más joven de todos, se acercó a él, siempre sonriente:
- Ey, Insoo, ¿cómo estás? ¿No nos has visto? - Creo que ha quedado claro que no tenía ganas de hablar con vosotros, pensó él. Se encogió de hombros.
- Déjale, Kim. Tendrá sus cosas que hacer hoy. - El comentario pareció algo burlón, pero lo dejó pasar. - ¿Qué es eso que llevas, Insoo?
- Hm... - Él dudó antes de responder. - Es una rosa. - Evidentemente, pensó.
- No nos tomes por tontos. - Comentó otro de los muchachos.
- Es un regalo, nada más. - Quería terminar con aquella conversación en seguida, e ir a ver a su padre.
En el cielo, apareció un haz de luz algo más grande. Él se impacientó, pues no quería llegar tarde.
- ¿Para quién? ¿Tu novia? - El más pequeño le miró, con una mueca sarcástica. Insoo le miró con algo de asco y lástima. Sin embargo, aquel muchacho no reparó en el gesto.
- No, es para mi padre.
Sabía lo que sucedería al decirlo, pues no era la primera vez que se reían de él por aquello. Los comentarios que salieron de las bocas de cada uno de aquellos muchachos se le hicieron tan repetidos que intentó no prestarles atención. Inconscientemente, varias de sus palabras llegaron a sus oídos, pese a los esfuerzos que hacía por ignorarlos.
Apretó los dientes y giró el rostro, reteniendo en lo más profundo de su alma las ganas que sentía de golpear a aquella panda de adolescentes inmaduros.
Suspiró.
Una. Dos. Tres veces.
Ignorando los repetitivos comentarios, las bromas y las ironías de aquel grupo, siguió su andadura, calle arriba, mientras ellos seguían riendo y cuestionando la homosexualidad de su padre. La mano que no portaba la rosa se crispó, pero luchó por apaciguar sus ánimos.
Giró a los pocos minutos, y continuó hacia el lugar en el que estaba su padre, al aire libre, como a él le gustaba. No hacía demasiado sol, pero se sintió conforme.
Alcanzó el lugar donde se encontraba, donde le estaba esperando, un íntimo paraje secundado por dos árboles gemelos. Desde allí, la puesta y la salida del sol se podían observar perfectamente.
Una lágrima de emoción apareció en sus ojos, recorriendo su mejilla y muriendo más abajo de su barbilla.
- Hola, papá...
Al instante siguiente, dejó caer la rosa junto a la lápida que tenía delante, mientras el sol se abría paso entre las nubes grises...